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viernes, 5 de enero de 2024

Thielemann en Viena o el adusto teutón

Cual ritual anual, mi vocación periodístico-musical me lleva a levantarme la mañana del 1 de enero para presenciar el Concierto de Año Nuevo de Viena. La verdad es que la tradición de ver el concierto más televisado del mundo a través de la ORF (a unos 100 países) está suponiendo un mero trámite carente de expectación al constatar que en los últimos años este evento en sí mismo ha perdido bastante del interés que suscitaba hace décadas. 

No hay que negar que siempre es grato y placentero predisponerse cada primero de año para la escucha de un rosario de piezas bailables de la familia Strauss y sus contemporáneos, algunos de los cuales se descubren gracias a esta cita anual, ejecutados por la orquesta más prestigiosa y afamada del mundo entero, que acomete este repertorio con la facilidad con la que se respira, algo que por otro lado no han conseguido hacer ciertos directores que han sido invitados a dirigir este concierto y que han sido orillados fulminantemente, como fue el caso del venezolano Gustavo Dudamel, por citar un solo ejemplo, cuya única participación pasó sin pena ni gloria.

© Dieter Nagl / Filarmónica de Viena/ Agencia EFE

lunes, 2 de enero de 2023

Welser-Möst en Viena: ni a la tercera va la vencida

Resulta difícil encontrar un precedente en el que un Concierto de Año Nuevo en Viena haya arrinconado de tal modo al miembro más popular de la saga de los Strauss, Johann hijo, como el que ha dado comienzo a este 2023 bajo la batuta, por tercera ocasión, tras 2011 y 2013, del austríaco Franz Welser-Möst. Apenas dos de las piezas programadas, más dos en los bises (el Banditen Galop y el tradicional Danubio Azul), en un concierto atípico y repleto de rarezas, han conformado la presencia del rey del vals en la engalanada con miles de flores Sala Dorada de la Musikverein. El más favorecido, el que se ha llevado la palma, y precisamente ninguna con las que el público acompaña la muy cadenciosa este año Marcha Radetzky de Johann padre, ha sido el segundo hermano de la dinastía, Josef Strauss, que ha contado en la matiné vienesa nada menos que con ocho piezas surgidas de su nada desdeñable inspiración melódica y talento musical para las piezas de baile.

martes, 2 de enero de 2018

Muti en Viena, la seriedad de lo bailable

El afamado maestro napolitano Riccardo Muti ha asimilado con la experiencia acumulada que interpretar la música bailable de la familia Strauss es algo muy serio. Con 76 años a sus espaldas, ha interiorizado la verdadera esencia del vals vienés, en su mixtura de música popular y culta. Y así lo ha demostrado en la quinta ocasión que ha acudido a dirigir en la tradicional cita de año nuevo en la Sala Dorada de la Musikverein de Viena, de la que él ha asegurado que va a ser la última. Ni una sola broma y sin salirse del guión durante todo el transcurso del concierto, ha brindado un concierto convencional desde el punto de vista ceremonial, con gesto y expresión sobria, cuando no adusta. No obstante, a pesar de poder resultar en una primera impresión un Concierto de Año Nuevo frío e inexpresivo, con esa extrema austeridad, y respaldado por la veteranía que le ha llevado a trabajar en centenares de ocasiones con la Filarmónica de Viena, el director napolitano ha conseguido extraer de la orquesta la musicalidad y el genuino y exclusivo sonido que la convierten en la mejor del mundo. Por tanto, suma pulcritud, elevado refinamiento, fina distinción y perfección técnica han definido musicalmente al concierto de este 2018.

El mismo comenzó con una ampulosa Marcha de entrada de la opereta El barón gitano de Johann hijo, ralentizada en tempo más de lo habitual, alejándose un tanto del tono militar original. Siguió el bellísimo vals Frescos vieneses de Josef (de una soberbia introducción, con la destacada participación del chelo solista), donde empezó a traslucir la elegancia de la línea melódica y el justo y preciso rubateo. Hubo humor muy sutil, sin excesos, en la polca francesa Buscando novia de Johann, que contiene melodías de la mencionada El barón gitano, donde Muti resaltó el guiño onomatopéyico que caracteriza al personaje del criador de cerdos de esta opereta. La flexibilidad y el vitalismo vinieron a continuación con la polca rápida Sangre ligera de Johann, para concluir la segunda parte con dos obras de Johann padre: los interesantes Valses de María y la polca rápida sobre el galop de la ópera Guillermo Tell de Rossini, que se limita a parafrasear con ritmo más enérgico y danzarín la celebérrima obertura rossiniana.

lunes, 2 de enero de 2017

Dudamel en Viena: el acercamiento de la discreción

Dirigir el acontecimiento musical más presenciado en todo el mundo, como es cada 1 de enero el Concierto de Año Nuevo desde Viena, retransmitido a millones de espectadores a través de la televisión o Internet, entraña una serie de handicaps para un director de orquesta que se acerque por primera vez a conducir la maquinaria orquestal más perfecta del planeta, como es la Filarmónica de Viena, al menos en comparación con cualquier otro que ya peine canas y no sea nuevo en estas lides. Si a eso se suma la relativa juventud del novel, por mucho que la fama y el talento le precedan, ya tenemos los ingredientes perfectos para que los aficionados o la crítica especializada (principalmente ésta), pongan en el punto de mira al director que reúna tales características, y por ende, le exijan un plus en el nivel de calidad y resultados artísticos.

Eso es, ni más ni menos, lo que le ha sucedido al venezolano Gustavo Dudamel, al convertirse en el director más joven de la historia en ponerse al frente del tradicional concierto de valses y polcas con el que comienza el año. Y es que, a la joven batuta de 35 años (cuya fulgurante carrera musical le lleva a dirigir en estos momentos la Orquesta Filarmónica de los Ángeles y ser el abanderado del proyecto de educación musical fundado por José Antonio Abreu en 1975 en su maltrecho país, conocido como El Sistema, cuya Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, de la que Dudamel es su director artístico, es su producto más acabado), se le ha achacado la inexperiencia, la inmadurez y el no adecuarse a la tradición estilística a la hora de saber traducir este repertorio tan asentado en el rancio abolengo vienés, la capital austriaca cuyo ritmo asociado al omnipresente vals fue majestuosamente vertebrado en el creativo documental, de factura exquisita, de Robert Neumüller, que se retransmitió durante el intermedio del concierto.

jueves, 1 de enero de 2015

Mehta brinda en Viena

Por quinta ocasión, el maestro indio Zubin Mehta se puso al frente de la Filarmónica de Viena  para dirigir el Concierto de Año Nuevo  desde la Musikverein, que ha llegado en este 2015 a su 75ª edición, desde que en 1939 el mítico director austríaco Clemens Kraus sembrara la semilla de esta tradicional cita musical, seguida cada año por millones de espectadores en todo el mundo.

Con esta quinta participación en el Concierto de Año Nuevo, Mehta se convierte en el director que más veces se ha subido al podio de la Musikverein el primero de enero, tras las magnas figuras de Willi Boskovsky, Lorin Maazel o Carlos Kleiber.

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jueves, 2 de enero de 2014

Prosit Neujahr, Herr Barenboim!

El tradicional Concierto de Año Nuevo que ha dado la bienvenida a este 2014 en Viena ha contado con la batuta de Daniel Barenboim para conducir a la espléndida Filarmónica de Viena. Ya se puso al frente de ella el maestro bonaerense con éxito el 1 de enero de 2009 y esta vez ha producido una muy grata impresión a efectos comparativos con el concierto del año pasado que dirigiera el austríaco Franz Welser-Möst.

Presenciar el concierto anualmente es fijarse detenidamente en todos y cada uno de los detalles visuales y musicales que lo conforman. La profusa decoración floral de la Sala Dorada de la Musikverein es por ejemplo uno de los detalles más deslumbrantes, así como los continuos planos del realizador que van desgranando a los telespectadores el esplendor de su aderezo hasta el más mínimo detalle, sin ningún disimulo de presunción. Asimismo, las imágenes de un apacible paisaje natural o urbano vienés mientras se escuchan algunas de las piezas del concierto viene siendo algo habitual año tras año en este evento, lo que a unos disgusta y a otros fascina, dependiendo de los gustos. Algunos piensan que este concierto representa el aspecto decadente de una sociedad, unos valores y unas costumbres ancladas ya en el pasado, o la radiografía idílica de la sociedad austríaca, pero lo cierto es que sin este tradicional evento musical, retransmitido a través de las televisiones de todo el planeta, cada primero de enero no sería igual.

El programa de este 74º Concierto ha reunido en general obras muy infrecuentes junto a otras que se encuentran en la memoria colectiva de todos los melómanos, llevándose ampliamente el protagonismo las polcas, galops y valses de Josef Strauss en detrimento de las piezas de su hermano Johann. También se ha rendido un merecido homenaje a ese Strauss que no tiene nada que ver con la familia de los valses, el bávaro Richard, con motivo de la efeméride de los 150 años de su nacimiento, con la "Música a la luz de la luna" de su última ópera, Capriccio, un dechado de lirismo de armonías evanescentes para las cuerdas que quizá desentonaba un tanto con el general espíritu alegre y desenfadado del concierto.

Y en este año también se pretendía recordar la efeméride del centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial con dos valses que son un canto a la paz, y qué mejor que Barenboim, embajador de la concordia y la solidaridad mundiales a través de la música, para hacer sonar el infrecuente Palmas de la Paz de Josef Strauss y el que dedicara Johann Strauss hijo a su gran amigo Brahms: ¡Abrazaos, millones de hombres!