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miércoles, 21 de enero de 2015

El Príncipe Igor vuelve al Met

Casi un siglo (desde 1917) ha tenido que esperar el Metropolitan Opera House de Nueva York para acoger la única ópera por la que es conocido el compositor ruso y químico de profesión Alexander Borodin, El Príncipe Igor, aunque con las revisiones y orquestaciones que realizaron tras la muerte de Borodin en 1887 su colega dentro del Grupo de los Cinco, Nikolai Rimsky-Kórsakov, y el alumno de éste, Alexander Glazunov, además de algunas adiciones de Pavel Smelkov.


Dos grandes directores del panorama lírico actual como son el ruso Dmitri Tcherniakov en la régie y el maestro italiano Gianandrea Noseda en lo musical han sido los artífices de esta nueva producción escénica en exclusiva para el Met bajo el sello Deutsche Grammophon y dentro del impecable ciclo cinematográfico Live in HD que lidera el propio coliseo de ópera neoyorquino, cuya representación concretamente se efectuó el 1 de marzo de 2014.


 

sábado, 4 de junio de 2011

Los enredos del barbero Fígaro, en 3D desde el Real

Desde el pasado 30 de mayo se está representando Las bodas de Fígaro de Mozart en el Real madrileño (una ópera de repertorio, ¡cuánto echaremos de menos este tipo de óperas en la próxima temporada!). Se trata de una reposición de la producción del propio Teatro Real efectuada en 2008, coproducida con la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera (ABAO), el Teatro Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria y el Teatro Nacional de Ópera y Ballet de Lituania, que se podrá ver en las salas Cinesa en formato 3D este lunes 6 de junio (20:00 horas).


El sistema Orbyt del periódico El Mundo la retransmite el 4 de junio (Pedro Jota ha deseado rentabilizar la ópera en el formato digital de pago de su diario). Asimismo, el Real colocará una pantalla gigante en la Plaza de Oriente, desde la que se retransmitirá en directo la función, como es costumbre todos los años. Y aún hay más: para aquel que quiera presenciarla desde su propio hogar en Internet, igualmente se emitirá en streaming a través de PalcoDigital.com

El maestro Víctor Pablo Pérez en el foso y Emilio Sagi en la dirección escénica se rodean de un interesante e internacional reparto formado por: Nathan Gunn (Conde de Almaviva), Annette Dasch (Condesa de Almaviva), Aleksandra Kurzak (Susanna), Pietro Spagnoli (Fígaro), Alessandra Marianelli (Cherubino), Jeannette Fischer (Marcellina), Carlos Chausson (Don Bartolo), Raúl Giménez (Don Basilio), Enrique Viana (Don Curzio), María Virgina Savastano (Barbarina), Miguel Sola (Antonio). Para ver más Mozart en el Real habrá que esperarse hasta el año que viene, cuando se pondrá en escena una única ópera del siglo XVIII en toda la temporada del coliseo: La Clemenza di Tito.



De Le mariage de Figaro a Le nozze di Figaro

La primera ópera escrita en colaboración con el atrevido libretista Lorenzo Da Ponte (abate y mujeriego empedernido huido de la ciudad de los canales), se inspira en la segunda parte de las aventuras del famoso barbero sevillano Fígaro, escrita por Pierre Augustin Caron de Beaumarchais (la primera parte, El barbero de Sevilla, sería musicada años más tarde -1816- por Rossini). El asunto tenía su peligro: la pieza teatral del escritor francés estaba prohibida en casi toda Europa por motivos políticos (la "prerrevolucionaria" obra era una ácida y subversiva crítica a la nobleza y a sus privilegios feudales, como el derecho de pernada) con lo que Da Ponte hubo de expurgar su contenido estrictamente político para poder presentarla en la distinguida corte del emperador José II.

Da Ponte, consumado intrigador, fue a presentarse hasta al mismísimo emperador José II para que le permitiera estrenar la ópera, pese a estar prohibida la obra de teatro sobre la que se basaba. La ópera finalmente vio la luz el 1 de mayo de 1786 en el Teatro de la Corte Imperial y Real de la capital austríaca (por lo tanto este año celebramos el 225 aniversario de su estreno). El público consideró la ópera como larga y compleja, y desapareció de cartel barrida por Una cosa rara de Martín y Soler, el rival español de Mozart.



Algunas características de la ópera

En esta obra maestra donde las haya el genio de Salzburgo no se basó en los esquemas convencionales de la ópera italiana, Cansado ya de ellos, necesitaba adaptar un nuevo tipo de teatro que imbricara música y palabra. Recurrió magistralmente a la técnica de la caracterización musical; encontramos en la ópera dos estamentos sociales claramente diferenciados y distanciados: por un lado la nobleza (el Conde de Almaviva, la Condesa Rosina, el doctor Don Bartolo, el profesor de canto Don Basilio) y por otro los plebeyos (el barbero Fígaro, su novia Susanna, el paje Cherubino, el ama de llaves Marcellina, Antonio el jardinero, su hija Barbarina).

En esta ópera bufa italiana (un auténtico prodigio desde el punto de vista del ritmo músico-teatral) el genio de Mozart consiguió hacer avanzar la acción introduciéndola en el mismo sustrato musical (sobre todo en los concertantes finales de los actos segundo y cuarto), con lo que en los recitativos secos no es únicamente donde se suceden los acontecimientos de esta "loca jornada" (la trama de la ópera se desarrolla en menos de 24 horas, con una duración total de tres horas).

Otra particularidad o exclusividad añadida de la obra es la dificultad que experimenta el hecho de reunir una enorme cantidad de personajes en escena (Mozart tuvo que manejar un conjunto vocal de 11 solistas vocales, algo inédito en la época), que es en los vistosos concertantes cuando la mayoría de los personajes se congrega en el escenario.



Principales números musicales

La vivacidad y el ritmo impetuoso que destila la obertura pone en antecedente al espectador respecto a la vertiginosidad de esta "alocada jornada" (subtítulo de la obra). Abre el primer acto un dúo entre Fígaro y su novia Susanna, donde ambos miden la habitación en la que dormirán, dúo de una puerilidad encantadora, subrayado por una música deliciosa ("Cinque, dieci, venti"), que lleva a un nuevo dúo donde cada uno hace la onomatopeya del timbre de llamada de la habitación, según lo haga sonar el Conde: "Dong, dong", o la Condesa: "Ding ding". La primera intervención solista de Fígaro (Recitativo: "Bravo signor padrone" y aria "Se vuol ballare, signor contino") sugiere irónicamente un baile a ritmo de guitarrino, que en realidad será la burla que prepara hacia su amo el Conde. El aria de la "vendetta" de Don Bartolo (bajo bufo) se puede entender como una concesión a este tipo de cuerda vocal. El paje Cherubino (mezzosoprano) (personaje travestido) hace su primera entrada en escena con el encantador aria "Non so più", un sensible momento que refleja el despertar amoroso del adolescente. La entrada de las campesinas portando flores ("Giovani liete, fiori spargete") llevará al final del acto primero, con otro aria de Fígaro (quizá el fragmento más popular de la obra): "Non più andrai", en esta ocasión dirigida al paje, que, por orden del Conde, debe alistarse en el ejército, situación que aprovecha el barbero para mofarse del joven a ritmo de una pomposa marcha militar ("Cherubino alla vittoria, alla gloria militar!").

El acto segundo se abre con la primera de las dos arias de la Condesa ("Porgi amor") caracterizada por una envolvente y apacible introducción en las cuerdas y las maderas tras la cual la soprano desarrolla una no menos delicada melodía. En el segundo y famoso aria de Cherubino, "Voi che sapette", con acompañamiento de las maderas bajo el pizzicato de las cuerdas, el paje sigue con el mismo tema, el del amor, preguntando por él a Susanna y la Condesa. "Venite inginocchiatevi" es el primer aria de Susanna en esta ópera. El final del acto segundo se caracteriza por la sorprendente inventiva melódica que hace desarrollar los acontecimientos en un ritmo vertiginoso: de un primer terceto entre los personajes de Susanna, el Conde y la Condesa, Mozart nos introduce sin solución de continuidad y sin darnos apenas cuenta en un cuarteto con la entrada del barbero, para pasar luego a un quinteto (entra el jardinero quejándose de que alguien ha caído por la ventana y le ha estropeado las plantas) y finalmente a un septeto (entran Marcellina, Basilio y Bartolo) llevando a una escena de conjunto final trepidante donde las haya.


El acto tercero se abre con un simpático duettino entre el Conde y Susanna, que se caracteriza por los Síes y los Noes que da la criada al Conde a las preguntas de éste. Le sigue el pomposo aria del Conde ("Hai già vinta la causa") donde airado se jura a sí mismo venganza al descubrir que es objeto de burlas por parte de Susanna y el barbero. Quizá el número donde más se demuestra el carácter bufo de esta ópera es el Sexteto entre los personajes de Marcellina, Fígaro, Bartolo, Don Curzio, el Conde y Susanna ("Riconosci in questo amplesso") donde se descubre que el barbero es hijo de Marcellina y Bartolo, a pesar de que el Conde casi obliga a Fígaro a casarse con Marcellina por deberle una deuda monetaria; excepto Marcellina y Bartolo, los demás personajes, asombrados, se dicen unos a otros tras descubrir los parentescos: -Sua madre?, -Sua madre, -Suo padre?, -Suo padre; en este mismo número Susanna, al entrar en escena ignorando el parentesco, abofetea a Fígaro al descubrirle abrazado a Marcellina. El segundo aria que protagoniza la Condesa ("Dove sono") es uno de los momentos más mágicos y etéreos de la partitura, una bellísima melodía acompañada por los suaves acordes del clarinete y en la rítmica parte final, por el oboe. "Canzonetta sull'aria" se trata de un encantador e intrascendente dúo entre Susanna y la Condesa donde ambas escriben la nota burlesca que el Conde recibirá. El final del acto lo encabeza el ritmo lejano de una marcha nupcial española a ritmo de fandango que se irá aproximando progresivamente. Un coro final junto a dos muchachas jóvenes lanzan loas al Conde ("Amanti costanti") mientras se urde la trama de Susanna y la Condesa en torno al esposo de ésta.

En el cuarto acto el personaje de Marcellina hace su única intervención solista en el aria "Il capro e la capretta", el cabrito y la cabrita, en alusión a las parejas; un aria de denuncia del trato ingrato y cruel de los hombres a las mujeres. Fígaro, en su vibrante tercera aria ("Aprite un po 'quegli occhi") advierte sobre la maldad de las mujeres subrayado al final por los sones rítmicos de las trompas, que sugieren los cuernos de los maridos engañados. El segundo aria de Susanna en esta ópera está marcada a ritmo de siciliana ("Deh, vieni non tardar"), bellísima página de lucimiento vocal en el registro agudo de la soprano. El final del acto está igual de desarrollado vocal y teatralmente que el que concluye el segundo: es la consumación del enredo y la burla para el Conde ("Pian pianin le andrò"); que lleva a la aparición del galanteador paje Cherubino haciendo la corte a Susanna pensando que es la Condesa (ambas llevan la ropa de cada una), a lo que sigue un dúo de discusión entre Fígaro y Susanna ("Tutto è tranquillo e placido", con más bofetadas de Susanna a Fígaro) pero en el que felizmente se reconcilian: "Pace, pace mio dolce tesoro". Todo ello desemboca finalmente en el "Gente, gente! All'armi!", que es cuando irrumpe en escena el enojado Conde convocando a toda su corte al completo, por lo que progresivamente van apareciendo en la escena los once personajes solistas de la ópera, que en un alocado crescendo, concluirán de forma feliz esta "loca jornada", valga la redundancia.


Argumento (www.fiorellaspadone.com)

Libreto

Aquí os dejo el vídeo promocional de la ópera que incluye el Teatro Real en su web:

sábado, 14 de mayo de 2011

"La Walquiria" en HD cierra el ciclo de óperas 2010-2011 en Yelmo Cines

Última sesión operística en Yelmo Cines dentro del ciclo "En directo en HD" desde el Metropolitan Opera House de Nueva York, señores. Será con la primera jornada del Anillo de los Nibelungos de Wagner: La Walquiria. Elenco de lujo que ojalá se viera en el Festival de Bayreuth: Deborah Voigt, Eva-Maria Westbroek, Stephanie Blythe, Jonas Kaufmann, Bryn Terfel y Hans-Peter König, entre otros, bajo la batuta del maestro James Levine, director musical del Met. Pues ya sabéis, si queréis pasar 5 horitas de auténtica dosis wagneriana (que nunca está mal), pasaos por las salas Yelmo este sábado 14.



Impresiones sobre la Tetralogía

Qué puede decir de La Walquiria, queridos lectores, este modesto aficionado a la ópera, que no se haya dicho ya por muchos cabezas sesudas del mundo musical. Una obra enmarcada dentro de un ciclo de cuatro óperas, la Tetralogía wagneriana, que es quizá la mayor hazaña músico-escénica de toda la historia de la ópera y del arte en general. Las leyendas mitológicas nórdicas plasmadas en el Cantar de los nibelungos y otros poemas adaptados libremente por Wagner, llevadas a un nueva concepción de teatro musical en donde debía condensarse una obra de arte total: la Gesamtskunstwerk. Esa libre adaptación de las leyendas nórdicas y escandinavas lleva a Wagner a presentar una compleja y exhaustiva visión integral del universo humano. Podemos decir que Wagner en cierto sentido fue un humanista.

Aquel que no sea wagneriano debería quedar igualmente impresionado por esta cima magistral de la creatividad musical humana. Las pasiones, el miedo, la valentía, el amor, la codicia, el poder... todas las manifestaciones interiores y los sentimientos imaginables de la especie humana están descritos con abrumadora expresividad en este ciclo colosal de cuatro óperas. Se me nota la vena wagneriana, qué le vamos a hacer. Aunque con Wagner se mantiene una relación de amor-odio continua: a veces piensas que Rossini tenía razón cuando decía que Wagner tenía muy buenos momentos, pero cuartos de hora insoportables; y en otras ocasiones escuchando al alemán (cualquier ópera de las suyas, pero especialmente la Tetralogía) te preguntas fascinado desde lo más profundo: ¿hay algo más grande que pueda haber concebido en arte el ser humano?

Los procedimientos musicales utilizados, ya de por sí revolucionarios y audaces, hacen de la Tetralogía una creación filosófica, trascendental, única; a saber: el relacionar cada personaje, objeto o situación, con pequeños motivos musicales o células armónicas (leitmotivs), que a su vez se metaforsean convirtiéndose en nuevos motivos conductores (lo que lleva a una auténtica sistematización musical del drama narrado; aunque este método musical ya fue utilizado en óperas precedentes por Wagner, en la Tetralogía  fue llevado a sus máximas consecuencias); la melodía infinita, que vehicula continuamente la acción sin detenciones en el discurso musical (anulando la división tradicional entre números cerrados), aspecto que está unido a la importancia de la orquesta, auténtica narradora de los hechos, y la adopción del arioso (algo muchísimo más elaborado y complejo que un recitativo) de los solistas vocales en gran parte del desarrollo musical. En definitiva, una creación inédita hasta entonces que marcará un antes y un después en la historia de la música, que llegará sus máximas consecuencias en la ambigüedad tonal y el excesivo cromatismo del Tristán e Isolda, y que abrirá la senda a las vanguardias de los primeros años del siglo XX, con la Segunda Escuela de Viena a la cabeza.



Sobre La Walquiria

¿Quién no ha escuchado la celebérrima Cabalgata de las walquirias en películas como Apocalypse Now de Coppola, cuando los helicópteros de la Primera División de Caballería bombardeaban el poblado vietnamita, o en anuncios de televisión, series, dibujos animados como Looney Tunes, etc? Ese fragmento ha dado la vuelta al mundo y ha servido de banda sonora a multitud de imágenes bélicas y no tan bélicas.

En La Walquiria encontramos la primera ópera dividida en tres actos tras El Oro del Rhin, ópera estructurada en cuatro escenas sin solución de continuidad que sirve de prólogo al ciclo. Esta ópera es la continuación argumental de El Oro del Rin.

Ya en el mismo preludio, con los obsesivos y siniestros acordes de las cuerdas, Wagner hace introducir al espectador en el ambiente sombrío y tenebroso que impregnará el primer acto: un oscuro claro en el bosque, llueve y truena mientras el héroe Siegmund (tenor dramático) huye desesperado de sus perseguidores y encuentra la cabaña de Sieglinde (soprano lírico-dramática) y su esposo Hunding. En este acto encontramos bellísimos e inspirados momentos, muy líricos, los leitmotivs asociados al amor fraternal (y carnal) entre Siegmund y Sieglinde contrastan con los que representan a Hunding (bajo), el nibelungo que está casado con Sieglinde, a pesar de ella. Pero todo llegará a un máximo clima de orgía musical en el momento en que Siegmund desentierra la espada que dejó clavada en el árbol su padre Wotan (bajo o bajo-barítono) (adaptando el aspecto de un anciano), cuando la orquesta presenta en todo su esplendor el motivo de la propia espada (Nothung, "Necesaria") cerrándose el acto de forma heroica y triunfal.


En el acto segundo asistimos a un ambiente no menos lóbrego y oscuro: el diálogo entre el dios supremo (Wotan) y su esposa, la diosa del matrimonio (Fricka, mezzosoprano), que reprocha a su marido el incesto entre los hermanos Siegmund y Sieglinde. Antes Wotan ha ordenado a su valquiria favorita (Brunilda, soprano dramática) que proteja a los enamorados, y es cuando se escucha en la orquesta por primera vez el vibrante tema de las valquirias que luego en el acto tercero se desarrollará en mayor medida, todo ello acompañado por el grito de guerra de Brunilda. Hacia la mitad de este acto los dos jóvenes entonan un extenso dúo y dramático dúo (Hunding les persigue con sus perros y Sieglinde ya lleva en su seno el fruto del amor de Siegmund: éste será su hijo Sigfrido). El final del acto representa la lucha a muerte de Hunding con Siegmund, un episodio musical de una fuerza dramática y una crudeza sobresalientes (Wagner introduce abundancia de metales), que concluye con la muerte de Siegmund provocada por Wotan (el dios se siente impotente y tiene que castigar a su propio hijo por imposición de la diosa Fricka), a pesar de haber sido ayudado por Brunilda, contraviniendo los deseos de su padre. Al final Wotan mata a Hunding con un gesto de su lanza, concluyendo el acto con unos brutales y secos acordes.

El acto tercero se abre con la mencionada y popularísima Cabalgata de las valquirias (esas valientes guerreras que se nos representan con sujetadores de hierro), transportando en sus monturas los cadáveres de los héroes muertos en combate hacia la residencia de los dioses: el Walhalla. Las exclamaciones de guerra de las hijas de Wotan son acompañadas de un discurso musical a ritmo de marcha con abundante presencia de los metales. Cuando aparezca Wotan en escena furioso y recriminando su actitud a las valquirias, estas desaparecerán acobardadas, oyéndose en la lejanía el motivo a ellas asociado. Pero será a Brunilda (la valquiria protagonista del título) a la que castigue, por haberle desobedecido y haber ayudado a Siegmund en el combate contra Hunding: para ella preparará un círculo protector de fuego mágico (con ayuda de Loge, dios del fuego) del cual deberá sacarle aquel héroe que no conozca el miedo (Sigfrido, hijo de Siegmund y Sieglinde y protagonista de la siguiente ópera del ciclo). Conpungido, Wotan se retira. Para este momento Wagner crea uno de los mayores momentos de toda su producción: la despedida de Wotan; es sobrecogedor escuchar este pasaje abrumador donde un padre se ve obligado a desprenderse de lo más preciado para él como es su hija. Todo llega a su máximo clímax cuando la potente voz de Wotan llama a Loge y una exhuberante orquesta describe la formación del círculo mágico, tras lo cual Wotan se despide afligido de su apreciada valquiria, terminando la ópera de forma calmada y relajada, con una alargada nota.


Argumento

Libreto y versiones

Aquí dejo los vídeos de la producción del Metropolitan Opera House (dos fragmentos del acto primero y uno del segundo), disfrutad como nibelungos, y que no os entren ganas de invadir Polonia (como decía el director de cine y actor Woody Allen cada vez que escuchaba la música de Wagner...)




Es curioso, fijaos, el Wotan de Bryn Terfel está caracterizado de forma muy parecida al personaje de "Ojoloco Moody" en la cuarta peli de Harry Potter, con un parche en el ojo...

lunes, 9 de mayo de 2011

Las hadas y su reina, desde Glyndebourne

The Fairy Queen (La Reina de las hadas) es el primer Sueño de una noche de verano que se conoce musicado, cuyo artífice fue el barroco británico Henry Purcell (el mayor compositor nacional inglés, después de Haëndel) y será la ópera en formato tridimensional que ofrezca Cinesa en sus salas este jueves 14 de mayo a partir de las 20:00 horas.


Tal evento será proyectado en diferido de una función del año 2009 representada en el prestigioso y elitista FESTIVAL DE GLYNDEBOURNE, donde en sus largos descansos los asistentes, vestidos de esmoquin y traje de noche, pueden descorchar el champán y degustar el caviar o el paté de foie, junto al lago artificial o entre los matorrales.

La representación será con arreglo al siguiente reparto vocal:


Tenores: Robert Burt, Sean Clayton, Ed Lyon, Adrian Ward
Barítonos: Lukas Kargl, John Mackenzie
Bajos: Desmond Barrit, Andrew Foster-Williams
Sopranos: Lucy Crowe, Claire Debono, Anna Devin, Helen-Jane Howells, Rachel Redmond, Carolyn Sampson


Todos ellos bajo la dirección escénica de Jonathan Kent y la musical de un auténtico especialista en este tipo de repertorio barroco: William Christie, que dirigirá a los conjuntos Orchestra of the Age of Enlightenment y The Glyndebourne Chorus.

  


The Fairy Queen y la semiópera

La tercera ópera que Henry Purcell compuso para la compañía del Teatro Real inglés, The Fairy Queen, fue estrenada en 1692 en el London Queen's Theatre de los jardines de Dorset, cosechando un auténtico éxito. El libreto de la obra, anónimo, quizá fue elaborado por Thomas Betterton, actor y antiguo colaborador de Purcell, y la coreografía de las danzas (la obra está plagada de piezas bailables instrumentales) por Josias Priest. La cuidadosa adaptación de Purcell de una de las grandes obras de Shakespeare, con una música compuesta para las nuevas masques, produjo una de las mejores óperas inglesas de la Inglaterra de la Restauración. Como nos relata la Wikipedia: "Purcell no adaptó el texto de Shakespeare a la música, sino que creó pequeñas mascaradas entre actos, al modo de un intermezzo italiano. Algunos de los textos fueron modernizados para aclarar su significado a la audiencia del siglo XVII. Las mascaradas están relacionadas con la música metafóricamente en lugar de literalmente (...)".

La ópera pertenece al género tan de moda en las islas inglesas de "semiópera", un equivalente a la opéra-comique francesa, el Singspiel alemán o las modernas operetas vienesas y, cómo no, nuestra zarzuela en España: obras líricas en las que no todos los fragmentos son cantados, ya que se intercalan partes habladas en las que progresa la acción, quedándose detenida en las arias de los cantantes solistas. Dichos parlamentos o partes habladas serían sustituidas poco después por los recitativos secos en la ópera pura, tanto seria como cómica.

Tras la muerte de Purcell (en 1695) la partitura se perdió y no fue hasta comienzos del siglo XX cuando se hallara en la Royal Academy of Music de Londres una partitura parcialmente completa (en en nuestro país no se estrenó aquí hasta 1987, en versión de concierto, y escenificada ¡en 2003!, ambas en Barcelona).

Esta ópera bastante poco conocida y divulgada, habitualmente se ofrece en versión de concierto, ya que es complejo montarla debido a la cantidad de ejecutantes que requiere (el carácter de la ópera recae en un entramado complejo de efectos producidos por los planos teatrales).


Si queréis conocer más acerca de esta ópera os dejo dos enlaces, el de su entrada en Wikipedia (aquí) y el de la página de la soprano argentina Fiorella Spadone, donde, entre otras cosas, se incluyen su argumento y su libreto (aquí).

También dejo dos extractos de esta importante semiópera inglesa en la mencionada producción (alegórica y modernista) del Festival de Glyndebourne. Os podéis ahorrar las gafas en 3D si lo véis en Youtube; y si queréis, en vuestra propia casa podéis a la vez descorchar el cava y degustar el paté de foi y sentiros como si estuvierais en el mismísimo Glyndebourne, ¿y por qué no, oiga?



Fuentes utilizadas: Wikipedia y Página web de Fiorella Spadone


miércoles, 27 de abril de 2011

Un trovador de película

NEW OPERA FROM THE MET: Il Trovatore, by Giuseppe Verdi. No, tranquilos, no voy a continuar la entrada en inglés. Pero es que las óperas en cine desde el Metropolitan Opera House de Nueva York ya son muy familiares en este blog, ¿no creéis? El director musical Marco Armiliato y las voces de la soprano Sondra Radvanovsky en la heroína Leonora, la mezzosoprano Dolora Zajick como la maquinadora gitana Azucena, el tenor Marcelo Álvarez dando vida al trovador Manrico y el bajo-barítono Dmitri Hvorostovsky como el despiadado Conde de Luna, son los encargados de ofrecer al espectador de Yelmo Cines este sábado 30 de abril (19:00 horas) la penúltima ópera de este ciclo cinematográfico de óperas desde el Met: En directo en HD. Ya sólo nos queda La Walquiria para concluirlo, el 14 de mayo.


Il Trovatore forma parte de la "trilogía popular" de Verdi junto a Rigoletto (1851) y La Traviata (1853). El libreto de Salvatore Cammarano retocado debido a la muerte de éste por Leone Emanuele Barbade se basa en el drama romántico El trovador del español Antonio García Gutiérrez (Verdi volvería a los temas españoles en sus obras posteriores: Don Carlo y La forza del destino) y vio la luz en el Teatro Apollo de Roma el 19 de enero de 1853. Se trata de una ópera épica: su acción se desarrolla en Vizcaya y en la Alfajería zaragozana, durante la Baja Edad Media (siglo XV). Verdi introdujo títulos descriptivos a cada uno de los cuatro actos (o partes) de la ópera, práctica que también realizó años antes con su Nabucco (1842).

Una de las características novedosas de Il Trovatore es su concepción de melodrama puro: la asombrosa paleta psicológica que caracteriza a cada uno de los personajes sirve para que la tragedia fluya con naturalidad y credibilidad.

En lo musical, lo primero que llama poderosamente la atención de esta obra es la absoluta cantabilidad de toda la partitura: no hay parte que no le falte ni inspiración melódica ni lirismo vocal. Y para ello son necesarias voces (ya lo dijo el mítico director de orquesta Arturo Toscanini: "Il Trovatore es una ópera que necesita los cuatro mejores cantantes del momento para hacerla justicia"): un cuarteto vocal completamente equilibrado capaz de afrontar cuatro papeles a cada cual más complejo vocal y psicológicamente.


A saber: el trovador Manrico, tenor lírico-spinto (con mayor cuerpo en la voz que un tenor lírico) es un joven apasionado, en una partitura plagada de pasajes heroicos para su papel; enamorado de y correspondido por Leonora (soprano dramática), dama noble, capaz de saber sobrellevar en la zona superior el acoso psicológico continuo al que le somete el Conde de Luna (barítono), un vil y repugnante personaje (el típico villano de ópera del XIX) que recurre a la tortura de Azucena para atraer a su rival político Manrico y hacerle prisionero, intentando asimismo conseguir el amor de su amada Leonora; y Azucena (mezzo), una gitana que no tiene ningún pudor en simular ser la madre de Manrico para vengar a su fallecida madre del abyecto Conde de Luna. Estos personajes necesitarían un buen puñado de sesiones en el diván psicoanalítico de Freud.


El bajo (Ferrando, oficial del conde) tiene un notable protagonismo en la primera escena, donde narra a los guardias presentes la tremebunda historia del Conde (como sucede en las leyendas de Bécquer, que alguien siempre cuenta un relato por lo general sombrío a una reunión de personas). Según la historia de Ferrando, "una gitana de aspecto terrible embrujó al pequeño hermano del conde, haciéndolo débil y enfermizo, y por ello fue condenada a la hoguera. En el momento de su muerte, la gitana ordenó a su hija Azucena que la vengara, lo cual hizo en parte raptando al hijo menor del Conde. Aunque los huesos incinerados de un niño fueron encontrados en las cenizas de una hoguera, el padre rehusaba creer que eran los de su hijo. En su lecho de muerte, hizo jurar al Conde de Luna (su hijo mayor) que encontrara a su hermano". (Frase extraída de Wikipedia). El dramático final de la ópera describe el momento en el que el Conde ordena ejecutar a Manrico, y Azucena, exultante, revela al noble que el trovador era su hermano, con lo que la madre de la gitana ha sido vengada. El Conde entonces grita desesperado al conocer que ha ordenado asesinar a su propio hermano.



Los números musicales

En Il Trovatore, Verdi dibuja un ambiente netamente romántico, como ya lo plasmara Donizetti años atrás en su Lucia. La atmósfera en la que se desarrolla la obra de Verdi es sombría, tenebrosa, nocturna. Ya el mismo comienzo del acto primero (titulado "El Duelo"), unos acordes ascendentes de los timbales, anuncian el hálito de misterio que impregnará toda la pieza. El bajo comienza dirigiéndose a los presentes con gritos de alerta: "All'erta, all'erta!" antes de continuar con su historia o raconto (como se denomina en italiano a la narración): "Di due figli vivea padre beato".

Ya en la segunda escena del acto primero encontramos un resquicio belcantista que acompañaría todavía a Verdi en su producción operística, se trata de la escena, aria y cabatina de Leonora: "Tacea la notte placida". El final del acto presenta una inusitada rapidez en los acontecimientos: recitativo del Conde de Luna, serenata fuera de escena de Manrico (primera intervención del personaje titular: "Deserto sulla terra") y terceto final (Leonora, Manrico, Conde): "Non mi inganno, ella scende" con un obsesivos acordes de las cuerdas que describen el encuentro entre los dos rivales para pasar luego a un episodio donde los metales acompañan la frase del orgulloso Conde lo que contrasta con el rítmico canto de los dos amantes, terminando todo en un apoteósico final vocalmente conjuntado. En este final de acto parece que Verdi hace un guiño a la Norma de Bellini, cuyo primer acto igualmente concluye con un terceto, como vimos en la entrada que dediqué a dicha ópera.


El acto segundo ("La gitana") comienza con uno de esos populares coros que se encuentran en nuestra memoria colectiva porque lo asociamos a anuncios publicitarios o películas, es el coro de zíngaros (o coro del yunque): "Vedi! Le fosche notturne spoglie" (yo personalmente lo he oído en los dibujos animados de la Looney Tunes o en la primera peli de Babe el cerdito valiente): ese carácter juguetón y rítmico que tiene esta pieza antes de entrar el coro al son de los golpes del yunque hacen de este coro de ópera uno de los más empleados para ilustrar escenas audiovisulaes infantiles. El personaje de la gitana Azucena hace su aparición en escena con su aria a ritmo de tres por cuatro (a este ritmo son por lo general las arias más inspiradas en la producción operística verdiana): "Stride la vampa!" antes de que los gitanos retomen el tema del coro del yunque alejándose progresivamente. Viene luego el primer dúo importante de la ópera, entre Manrico y Azucena, que al llegar a la frase "Mal reggendo al'aspro assalto" es irresistible el percatarse de la influencia belcantista que aún poseía Verdi, se trata de un memorable momento de elevación donde la belleza de la línea de canto es lo más importante. La segunda parte del dúo se desarrolla también a ritmo de tres por cuatro.

En la siguiente escena el Conde de Luna canta su primer aria, "Il balen del suo sorriso", una pieza inspiradísima que en el segundo tema destaca por su increíble inventiva y belleza melódica. Un coro que recuerda mucho al coro de cortesanos del acto primero de Rigoletto hace contrapunto al Conde en su siguiente intervención, mucho más solemne y heroica, arropado por las cuerdas. Le sigue el coro religioso "Ah, se l'error t'ingombra" fuera de escena, que produce un efectivo contrapunto escénico entre las voces de los esbirros del Conde, éste y los monjes del convento. El acto segundo se cierra como en el acto primero con otro dramático terceto, pero ahora con la riqueza de la presencia coral, lo que le convierte en un concertante, iniciado por Leonora: "E deggio e poso crederlo", y continuado por el Conde y Manrico, concluyendo en punta de forma trepidante.


El acto tercero ("El Hijo de la Gitana") se abre con otro aguerrido coro, menos popular que el del acto segundo: "Squilli, echeggi la tromma guerrera", y esta primera escena del acto convoca a Azucena, el conde y el coro en un concertante de poderosa fuerza dramática: "Giorni poveri vivea".

Ya en la segunda escena tenemos el primer aria del trovador Manrico en este acto tercero: "Ah sì, ben mio", dirigida a su amada Leonora, igual de melódica que la del Conde, aunque con una mayor dificultad vocal en la parte superior. Manrico y Leonora entonan un breve y místico dúo antes de que el personaje de Ruiz entre en escena anunciando a Manrico que su madre ha sido apresada y está a punto de ser quemada en una pira por orden de su rival el Conde. Es entonces cuando llega el momento más esperado por todos los aficionados: el stretto "Di quella pira", pieza de bravura para el tenor que sirve para mostrar las increíbles dotes vocales de esta cuerda. El aria se cierra con un vibrante coro a ritmo de fanfarria y un poderoso do de pecho final que, curiosamente, ¡no está escrito por Verdi en la partitura!, y que la tradición ha obligado que todos los tenores lo den (todo para provocar el clamoroso y entusiasmado aplauso del espectador).


En el acto cuarto y último ("El Suplicio") Leonora canta su aria "D'amor sull'alli rosee", una delicada pieza dominada por las maderas y las cuerdas que muestra la congoja del personaje por su amado Manrico, preso por el Conde de Luna. Se sucede luego un "Miserere" coral fuera de escena, que confiere un aire místico, pieza religiosa que se combina con el lamento de Manrico en la lejanía y las dramáticas exclamaciones de dolor de Leonora, creándose un riquísimo contrapunto entre los tres planos armónicos.

La escena segunda de este cuarto acto nos conduce a la prisión, donde encontramos a Azucena y a Manrico, que entonan un lastimoso y lírico dúo: "Sì, la stanchezza m'opprime" que recuerda en el acompañamiento en pizzicato a otro dúo: el "Parigi o cara" de La Traviata. La aparición de Leonora en la prisión convierte el primerizo dúo entre Azucena y Manrico en un terceto, mientras Azucena vuelve a cantar en segundo plano la melodía principal del dúo precedente (la que recuerda al "Parigi o cara"). El Conde de Luna hace su entrada, pero no nos damos cuenta hasta que en ese dúo que mantienen Manrico y Leonora (cuando ésta comunica a su amado que ha bebido un veneno: prefiere la muerte antes que entregarse al despreciable Conde) escuchamos la contrastada voz de un barítono: otro que se apunta a algo empezado sin avisar. El dramático final se precipita: Verdi otorga a los metales y a los platillos el ambiente extremadamente violento que precede a la ejecución de Manrico; cuando éste cae muerto por el verdugo, Azucena revela victoriosa su secreto al Conde, que, desafortunado, se ha dado cuenta de su fatal error.


Libreto y versiones

miércoles, 20 de abril de 2011

"Capriccio": ¿Prima la musica o le parole?

Capriccio, la última ópera esbozada por el genial muniqués Richard Strauss, está representándose estos días en el Met de Nueva York y se visiona en Yelmo Cines este Sábado Santo: 23 de abril.

Una de las sopranos líricas más glamourosas del momento, Reneé Fleming, se enfrentará al duro papel protagonista de la Condesa, acompañándole en el reparto las voces de Sarah Connolly, Joseph Kaiser, Russell Braun, Morten Frank Larsen, Peter Rose, bajo la dirección musical de Sir Andrew Davis.



Sobre Capriccio

Con Capriccio, subtitulada "Una pieza conversacional para música", y estrenada en Munich el 28 de octubre de 1942, Richard Strauss retorna al carácter de su ópera El caballero de la rosa en cuanto al clima aristocrático y galante, y respecto al lenguaje musical: tonalidad, melodía, neoclasicismo (la ópera posee una serie de danzas al estilo barroco: passepied, giga y gavota), elementos ubicados en las antípodas de las en su día revolucionarias Salomé (1905) y Elektra (1909). También existe un número musical en italiano (como ocurrió en El Caballero... al incluir la famosa aria del cantor italiano). En Capriccio encontramos en definitiva la cara más amable de un casi octogenario Strauss, y nos anticipa ya la serenidad y la espiritualidad que caracterizarán a sus Cuatro últimos Lieder, para soprano y orquesta (1948).

El argumento de Capriccio, con un libreto del director de orquesta alemán y compositor Clemens Kraus, vuelve al tema nuclear de la ópera de la que este blog lleva el título (la clasicista Prima la musica, e poi le parole de Antonio Salieri): ¿qué es más importante en una obra lírica, el texto o la música? Este tema procede de una obra del siglo XVIII escrita por el abate De Casti, y su título originario era Prima le parole dopo la musica, o sea, al revés: que antes va el texto, que prima la palabra (no os asustéis, este abate no nos va a hacer modificar el título de este vuestro blog; el texto de una obra es muy importante, pero.... ¡PRIMA LA MÚSICA!).

En Capriccio el amor de una Condesa se debate entre Olivier, un poeta y Flamand, un compositor. En el Monólogo final de la obra (la parte más divulgada de esta ópera, además del preludio, muy camerístico) la Condesa, en su lujosa habitación (cómo nos evoca este personaje a la Mariscala del Caballero....), está a punto de decidirse por uno de los dos pretendientes, cuando en ese preciso momento aparece el Mayordomo anunciándole que su cena está servida, con lo que al final nos quedamos sin saber por el amor de quién se decantará la Condesa. Sutil picardía la de Strauss en esta su última gran obra teatral.

Aquí dejo un vídeo de la soprano norteamericana (de Indiana, para dar más señas) en un pequeño fragmento del Monólogo Final de la protagonista en la producción del Met de este año.


Y para demostrar que la Fleming posee el elixir de la eterna juventud y del glamour (a sus 52 años se mantiene estupenda, y curioso, con un mismo peinado) aquí dejo este otro de hace dos temporadas en la parte final de dicho Monólogo.

domingo, 17 de abril de 2011

Los veristas, desde el Liceo

Cinesa vuelve a ofrecer a sus espectadores las gafas 3D para presenciar el programa doble de ópera conformado por Cavalleria Rusticana de Pietro Mascagni e I Pagliacci de Ruggero Leoncavallo. Será en directo desde el Gran Teatro del Liceo de la Ciudad Condal este Martes Santo, 19 de abril.


 Será con arreglo al siguiente reparto:

Cavalleria Rusticana
Mamma Lucia: Josephine Barstow
Santuzza: Ildiko Komlosi
Turiddu: José Cura
Alfio: Marco Di Felice
Lola: Ginger Costa-Jackson

 I Pagliacci
Canio (Pagliaccio): Marcello Giordani
Nedda (Colombina): Ángeles Blancas
Tonio (Taddeo, el Prólogo): Vittorio Vitelli
Beppe (Arlecchino): David Alegret
Silvio: Jean Luc Ballestra

 La dirección escénica corre a cargo de Liliana Cavani y Daniele Callegari empuñará la batuta en el foso.



El verismo italiano

Estas dos óperas representan el inicio de la joven escuela verista de composición. Esta nueva tendencia escénico-compositiva fue inaugurada por Cavalleria Rusticana de Mascagni en 1890, ópera que obtuvo el primer premio en un concurso de óperas en un acto escritas por jóvenes compositores italianos patrocinado por la casa Sonzogno, rival de la famosa Ricordi de Milán. Aunque fue dos años más tarde con el estreno de I pagliacci de Leoncavallo cuando los postulados del verismo italiano quedaron completamente definidos. Estos son los siguientes:


- Interés por la realidad cotidiana: realismo
- Anulación de la división tradicional entre arias, dúos, coros... que, aunque reconocibles, se diluyen en el discurso musical
- Supresión de la obertura orquestal, preferencia por el preludio
- Preferencia por interludios o intermezzos orquestales que separan actos o escenas para relajar la tensión dramática
- Valoración del leitmotiv como elemento esencial de estructuración y cohesión de la composición dramática, pero no de forma tan reiterativa como en el drama wagneriano


Ambas óperas, de duración parecida, suelen representarse tradicionalmente en una sola función por afinidades estilísticas y por ser las inauguradoras de dicha tendencia compositiva, el verismo.

Puesto que ya hablamos largo y tendido de I Pagliacci (Los Payasos) en esta entrada, haré un repaso a los principales números musicales de Cavalleria Rusticana (Caballerosidad Rústica).



Cavalleria Rusticana

Como curiosidad os diré que esta ópera forma parte esencial de la banda sonora de la tercera cinta de El Padrino, la espectacular trilogía cinematográfica de Francis Ford Coppola: ilustra los momentos en que el hijo de Michael Corleone, tenor, va a debutar en Italia con esta ópera, a la que asiste toda la familia Corleone, mientras una conspiración se está fraguando dentro del propio teatro para acabar con la vida del cabecilla de la familia.

Fue estrenada el 17 de mayo de 1890 en el Teatro Costanzi de Roma. Con un breve libreto de Giovanni Targioni-Tozzeti y Guido Menasci, basado en un cuento de Giovanni Verga, la acción de la obra se desarrolla en una aldea rústica siciliana, en época de Pascua, durante el siglo XIX.

Se abre la ópera con un magnífico preludio donde ya se evoca el drama al que asistiremos (gracias a la profusión de crescendos y fortísimos de la orquesta, al que siguen pianisimos, creando un expresivo contraste) y en él se integran los principales temas que se escucharán a lo largo de la ópera. Justo en el medio de dicho preludio, Turiddu (tenor) entona una siciliana ("O Lola, bianca come fior di spino") hacia su amada Lola (casada con el carretero Alfio) para concluir en la orquesta con los temas previamente escuchados.

El bucólico coro inicial ("Gli aranci olezzano"), con su introducción orquestal, es un prodigio de musicalidad, con un efectivo contraste melódico entre las voces de hombres y mujeres que salen de la Iglesia, bajo los sones de las campanas del campanario. La rítmica entrada del carretero Alfio (bajo) a bordo de su calesa ("Il cavallo scalpita") se produce a golpes de fusta con el varonil acompañamiento del coro de hombres.

La escena siguiente está dedicada a la alabanza de la Virgen y su hijo El Salvador en el día de Pascua, y nos sumerge en el interior de la Iglesia, donde un místico coro con acompañamiento de órgano canta un intimista Regina Coeli (Reina de los cielos), antes de que la voz de la soprano se alce para iniciar la plegaria, concluyendo el número de forma gloriosa en un elevado fortisimo de orquesta y coro.


El primer dúo importante de la ópera es el que mantienen Turiddu (tenor) y Santuzza (soprano), dúo interrumpido por la aparición de Lola (mezzo) con lo que se convierte en un terceto (Lola entra con su bella canción en tres por cuatro "Flor de giaggiolo"), tras lo cual se reanuda de nuevo el dúo entre Turiddu y Santuzza (con melodías extraídas del Preludio y del Regina Coeli escuchado antes), un tenso y dramático momento en el que Santuzza comunica a su marido que sabe que él ha ido a Francofonte a encontrarse con Lola. Turiddu en una frase de exaltado lirismo "Bada, sclavo non so..." la rechaza tratándola con desprecio y dejándola en una situación humillante, momento en el cual, tras un pasaje orquestal que relaja el clímax, aparece Alfio (bajo) al cual revela Santuzza que Lola le es infiel con Turiddu ("Oh! Il signore vi manda"). Este otro dúo adquiere cotas de increíble energía y violencia en la textura orquestal al descubrir Alfio las relaciones de su esposa con Turiddu y jurar venganza hacia su ofensor mientras Santuzza se arrepiente de haber revelado la verdad.

El famoso Intermezzo (prodigio de musicalidad) sucede a este dúo y relaja el tenso clima precedente, con una bellísima melodía donde el registro agudo de las cuerdas y el órgano en pedal son los auténticos protagonistas de la pieza, que nos devuelve al ambiente de recogimiento y espiritualidad del Regina Coeli.

La escena siguiente comienza con un recuerdo del coro de la introducción ("A casa, a casa, amici") tras lo cual Turiddu entona su famoso brindis en honor al vino que se supone ha traído de Francofonte ("Viva il vino spumeggiante"). La expectante y misteriosa escena siguiente (dominada por las cuerdas graves con tenues y continuos toques de timbal) es el momento en el que aparece Alfio, que, tras rechazar el vaso de vino que le tiende Turiddu, mantiene unas ambiguas palabras con él tras las cuales Turiddu realiza el gesto siciliano para aceptar un duelo: morder la oreja del contrario (código de honor al que alude el título de la ópera).

La ópera concluye con el escalofriante aria "Mamma, quel vino è generoso" que dirige Turiddu a su madre (Mamma Lucia, mezzo), despidiéndose de ella y encomendándola que cuide de Santuzza si él no volviese, pues intuye que va a morir en el duelo (Turiddu engaña a su madre atribuyendo a los efectos del vino todo lo que la está transmitiendo, aunque se lo manifiesta conscientemente, con todo su verdadero dolor). Tras salir Turiddu presuroso fuera de escena, la orquesta describe el momento del encuentro entre ambos rivales (con un recuerdo en fortísimo del tema del Regina Coeli junto a las exclamaciones que profieren las dos mujeres, Santuzza y Lucia, previéndose lo peor), cuando, acto seguido, suenan unos aterradores gritos de una aldeana al descubrir el cadáver de Turiddu, cerrándose la ópera en punta con violentos acordes del metal y la percusión.

Dice el refrán popular que "ojos que no ven, corazón que no siente": muchas veces las tragedias humanas son evitables mientras no se descubra la verdad de las relaciones extraconyugales. Creo personalmente que muchas veces es mejor vivir en la ignorancia. Óperas como ésta nos dan una auténtica lección de vida.







sábado, 9 de abril de 2011

"El Conde Ory", con Juan Diego Flórez

El Conde Ory, una de las óperas menos representadas y conocidas del "cisne de Pésaro", Gioacchino Rossini, se representa en el Metropolitan Opera de Nueva York visionándose simultáneamente en las salas de cine Yelmo este sábado (9-04; 20:00 horas). El gran tenor de moda del momento, el peruano Juan Diego Flórez, se enfrenta al personaje principal de la ópera, algo casi tirao para él ya que se mueve como pez en el agua en el terreno de la ópera belcantista italiana, asombrando al mundo entero con su fascinante agilidad vocal en una tesitura de tenor ligero con una línea de canto sorprendentemente estilizada.


Así luce Juan Diego el vestido de monja

Además, el mundo de los aficionados a la lírica debemos felicitarle porque acaba de ser papá de su hijo Leandro (9 de abril), que ha nacido precisamente en Nueva York, mientras Juan Diego está cantando esta ópera.

Junto al peruano intervienen en Le Conte Ory Diana Damrau, Joyce DiDonato, Susanne Resmark, Stéphane Degout y Michele Pertusi, bajo la dirección musical del maestro Maurizio Benini.


¡Qué envidia de Flórez! ¡Quién estuviera rodeado así!

Ya que desconozco la obra (debo reconocerlo, no he oído nada de ella más allá de los vídeos que ofrece la página web del Metropolitan), dejemos que nos ilustre sobre esta ópera la enciclopedia libre, la Wikipedia, aquí.

Os dejo un enlace con cuatro vídeos de esta producción del Met... Disfrutad con la vitalidad que destila la música de Rossini...


domingo, 3 de abril de 2011

La Rusia zarista, en tres dimensiones

¡A ponerse las gafas! No, las de sol no, sino las de 3D, porque ahora toca ver Boris Godunov de Mussorgsky desde las salas Cinesa en formato tridimensional. ¡Qué chulada será ver en tres dimensiones al pueblo ortodoxo ruso postrado ante el zar Boris! Se nota la ironía, ¿verdad? Y encima desde esta entrada. En fin, informemos. Va a ser desde el Teatro Regio de Turín bajo la batuta del principal director del teatro, Gianandrea Noseda, y la dirección escénica e iluminación de Andrei Konchalovsky. ¿Cuándo? El día 5 de abril, a partir de las 20:00 horas. Es la ópera con la que se inauguró la temporada 2010-2011 del coliseo de Turín. Lo habéis adivinado: será un visionado en diferido.


Boris Godunov es una de esas óperas de masas, de conjunto, con mucha peña en escena. Quizá es la cima creativa de ese genial ruso atrapado en las garras del alcohol, que le llevaría a la tumba con tan sólo 42 años de edad.

Boris es una ópera de bajo. Sí, es raro, aunque lo parezca: el papel titular está encomendado a esta cuerda, y es un auténtico tour de force escénico y vocal para la voz más grave de hombre. Aunque es la masa coral la verdadera protagonista, representación del pueblo ruso, la que vehicula la acción.

El libreto está inspirado en un relato histórico del poeta nacional ruso por excelencia, Alexander Pushkin. La ópera prácticamente abarca todo el corto reinado del zar Boris Godunov (1598-1605), favorito de Iván el Terrible.


Versiones de Boris Godunov

Boris posee varias versiones (¡pero bueno!, diría otro Boris). Y es que la suerte no le sonrió con esta ópera al miembro más iconoclasta y audaz del Grupo de los Cinco que para mí representa Modest Mussorgsky. En el invierno de 1869 el ruso concluyó una versión primitiva de la obra, que fue rechazada por los teatros imperiales. Razones: que carecía de una protagonista femenina (cómo les gustaba a estos rusos ver a mujeres en escena), que la instrumentación era imposible de ejecutar (¡de cuántas grandes obras maestras en la historia de la música se ha dicho esto mismo!) y que los coros eran demasiado numerosos (claro, señores, es que Rusia está muy densamente poblada).

Bien, pues dos años más tarde, en 1871, Mussorgsky concluyó una segunda versión conocida como "versión original" accediendo a las "desigencias" de los teatros: intercaló el llamado "acto polaco" con un papel femenino, además de incluir unas danzas polonesas y un dúo amoroso, retocando, suprimiendo y añadiendo otras escenas, como el cuadro de la revolución de los campesinos en el bosque. En total, siete escenas. Aunque se la volvieron a rechazar los burócratas del Teatro Imperial, nuestro héroe consiguió en 1872 que se representaran tres escenas: la de la posada y las dos del "acto polaco".

Tuvieron que pasar dos años más hasta que el 8 de febrero de 1874 el Teatro Marinsky de San Petersburgo acogiera ¡por fin! el estreno completo de Boris Godunov en un prólogo y cuatro actos gracias a la bendita insistencia de la soprano Platonova, que interpretaría asimismo el papel de Marina. A pesar del clamoroso éxito que cosechó la partitura (el público ruso sí que tenía criterio) la crítica lanzó demoledores y devastadores ataques contra la obra (¡incluso el propio Grupo de los Cinco al cual Mussorgsky pertenecía! ¿Y esos cuatro se hacían llamar colegas de oficio?). Por desgracia la obra fue retirada dos años más tarde del repertorio del Teatro y hubo que esperar hasta 1896, con el compositor en la tumba desde hacía 15 años, para que el genial orquestador Nikolai Rimsky-Kórsakov, uno de sus compañeros de Grupo (al cual le gustaba mucho hurgar las partituras de sus colegas para que gozaran de una mayor difusión, especialmente las de Mussorgsky, como haría también con su ópera Kovantchina), publicara una versión muy reducida de la obra original. Ya en el siglo XX, en 1908, el autor de Scheherezade o el Capricho Español presentó una segunda revisión de Boris en la que reintegró partes suprimidas en su versión de 1896, estrenándola en París ese mismo año de 1908. Y ésta es la versión que se hizo mundialmente famosa y la que más se ha grabado en disco y representado en los teatros. En ella, el bueno de Rimsky modificó la partitura limando las asperezas de la maciza orquestación de Mussorgsky, amén de desarrollar en mayor grado los abruptos finales de las escenas.

Pero ahí no acaba la cosa, señores. Dos décadas después, en 1928, salieron a la luz las dos versiones de Mussorgsky (la "original" de 1869 y la de 1872), versiones con toda la fuerza, expresividad e intensidad originales (ufff... por fin se acabó el capítulo de versiones, qué agobio, Dios...).



Características musicales de la obra

La escritura orquestal de la ópera es muy oscura, marmórea, áspera, enormemente incisiva, con momentos de carácter épico y triunfal, incluyendo materiales temáticos directamente extraídos del folclore nacional pero adaptados a un discurso musical sumamente elaborado, usando la técnica leitmotívica pero sin someterla a una exhaustiva sistematización.

Por su parte, la voz humana en Mussorsgky (algo que comparte con sus ciclos de canciones) está tratada como él creía que debía expresarse: debía plasmar las inflexiones lingüísticas del propio habla cotidiano ruso. A Mussorgsky le importa cada palabra emitida por la voz, como si de un diálogo natural se tratase, encomendando al elemento orquestal la acción de reafirmar, realzar o prolongar la voz individual, a la cual contrapone la masa coral: simple, clara y directa. El recitado melódico no es un mero procedimiento para Mussorgsky, sino que, por su misma viveza y naturaleza primitiva, le aporta un enorme componente de fuerza dramática, como nunca hasta entonces se había producido (exceptuando Wagner, claro).

Es por tanto que la ópera (y la música en general de Mussorgsky) además de muy moderna para su época (inasimilable para los círculos académicos), es descarnada y viva, expresa todas las impresiones y emociones exteriores del alma humana: describe desde lo más primitivo y brutal hasta lo más puro y sensual.



Fragmentos destacados

De esta majestuosa ópera que puede llegar a las tres largas horas de duración, se han hecho especialmente célebres varios fragmentos; entre ellos destaco la espectacular Escena de la coronación de Boris como zar (que concluye el Prólogo de la ópera), donde una orquestación grandilocuente con profusión de metales y percusión (se oyen hasta las campanas de las catedrales de la Asunción y de los Arcángeles, próximas al Kremlin, en un alarde de suprema exaltación épico-religiosa), sirve a un coro varonil, solemne, glorioso, triunfal.

Otro fragmento que sobresale en cuanto a belleza melódica y sensualidad es el Dúo entre el falso Dimitri (tenor) y Marina (soprano) que corona el acto III, y que en la versión de Rimsky concluye con unos victoriosos "vivas" a cargo del coro.

Por último, de entre todas las intervenciones solistas del protagonista (que tiene p'aburrir durante el transcurso de la ópera), me quedo sin dudarlo con el Monólogo Final (la llamada "Muerte de Boris"), donde el protagonista expresa su desesperación ante su asegurada muerte con un recitado trágico y desolador que alcanza cotas de increíble expresividad e impresionabilidad en los postreros sonidos guturales que emite, mientras el coro, fuera de escena, y para subrayar el clima de dramatismo que rodea al agonizante Boris, lanza loas al nuevo zar. (De este Monólogo Final recomiendo personalmente la versión dirigida por Karajan e interpretada por el gran bajo búlgaro Nikolai Ghiaurov, el Boris Godunov por excelencia).



Ficha completa

Boris Godunov
(Teatro Regio de Turín, 5 de abril)

Boris Godunov: Orlin Anastassov
Pretendiente Grigorij: Ian Storey
Príncipe Vasilij Šujskij: Peter Bronder
Jurodivyj, el inocente: Evgenij Akimov
Andrej Šcelkalov: Vasilij Ladjuk


Dirección del coro: Roberto Gabbiani
Dirección escena: Andrei Konchalovsky
Dirección musical: Gianandrea Noseda
Escenografía: Graziano Gregori






Aquí dejo la imponente Escena de la Coronación

viernes, 18 de marzo de 2011

El día del Padre con "Lucia di Lammermoor"

Día de San José con ópera. Lucia di Lammermoor, de Donizetti, desde el Met de Nueva York. La bella soprano ligera de coloratura Natalie Dessay (agudos de oro) encarnará el exigente y no menos agotador papel de la protagonista, siendo su partenaire el tenor Joseph Calleja, como Sir Edgardo. Ludovic Tézier y Kwangchul Youn darán vida a los personajes de Lord Enrico y Raimondo, respectivamente. Al frente del cotarro el director Patrick Summers, en una producción de Mary Zimmerman, bajo la dirección escénica de Daniel Osting.


Qué guapa ella, -oye-, vestidita de novia, aunque algo macabrilla, viéndola así ensangrentada (se le  hace un aire a "La Novia Cadáver", ¿no?)

Sobre la ópera

Lucia di Lammermoor es el prototipo de ópera belcantista y romántica. Es la ópera más popular de don Gaetano y sin duda la más representada de su autor en el mundo entero. Quizá es su obra maestra. Aunque no seré yo el que diga que Lucia es la mejor ópera belcantista italiana, porque se nos mosquearía su coetáneo Vincenzo Bellini, precisamente habiendo estrenado una de las obras más bellas escritas para la voz femenina, como es el caso de su última ópera, I puritani (Los puritanos), el mismo año del estreno de la Lucia donizettiana, 1835. El de ésta fue el 26 de septiembre en el Teatro San Carlo de Nápoles, uno de los teatros más antiguos de Europa, construido en 1737.

Bajo un libreto de Salvatore Cammarano (que antes de escritor fue pintor y escultor), la obra se basa en The bride of Lammermoor, -La novia de Lammermoor- (1819) de uno de los novelistas británicos de mayor renombre, figura nacional en su país, Walter Scott (cuántos hemos leído su Ivanhoe, ¿verdad?) cuya acción se desarrolla en Escocia, escenario netamente romántico.


La Dessay y el Calleja (abajo pongo un vídeo de los dos)

La obra fue estrenada en Nápoles no sin dificutades, ya que el San Carlo no conseguía los permisos necesarios de las autoridades para poder llevarla a escena. Además, la soprano protagonista se negaban a ensayar por no haber percibido su sueldo. Aun así, el éxito del estreno fue clamoroso: "Lucia ha gustado al público infinitamente... tuve que salir a saludar muchas veces, y los cantantes también... Cada una de las arias, escuchadas en un fervor religioso, ha sido recibida con aclamaciones espontáneas", escribía Donizetti a su editor Ricordi, tras la noche del estreno. El segundo se efectuó en París, en 1839, y para ello el compositor realizó una versión francesa, con un nuevo libreto de Alphonse Royer y Gustave Baez, amén de modificar o suprimir intervenciones vocales. Londres, Barcelona o Nueva Orleans fueron las siguientes ciudades que acogieron el estreno de la genial obra del maestro.


La Dessay y el Tézier

La estructura de la ópera (dividida en dos partes, la segunda de las cuales en dos actos), sigue el modelo belcantista italiano de la scena: recitativo, aria (o dúo) y cabaletta, ésta última un contraste en cuanto a mayor velocidad y con bastantes agilidades vocales. En Lucia el tenor adquiere un protagonismo sin precedentes en la historia de la ópera, y ya anuncia las producciones de Verdi. El papel de la soprano es para una auténtica diva o prima donna, ya que está plagado de exigencias técnicas.

La ópera tiene múltiples combinaciones vocales en cuanto a dúos: soprano-tenor, soprano-bajo, soprano-barítono, tenor-barítono...y en general, encontramos multitud de escenas de conjunto, siendo la más destacada la que finaliza la Primera Parte, con los seis personajes en escena más el coro. Cobran especial protagonismo, sobre todo en las arias de la protagonista, los diálogos de ésta con instrumentos solistas como el arpa y la flauta, lo que confiere un aire melancólico e intimista a dichas piezas.


Pobrecita, obligada a casarse con un hombre al que no quiere...

Fragmentos destacados

Entre los fragmentos nos quedamos con el primer aria de la protagonista Lucia ("Regnaba nel silenzio") y su correspondiente cabaletta "Quando rapito in estasi", pieza exigente para la soprano pero que no es nada comparado vocalmente con el "aria de la locura" que mantendrá el personaje en el acto II. A la cabaletta le sigue el dúo entre Lucia y Edgardo ("Sulla tomba che inserra..."... "Verranno a te sull'aure") que concluye la primera parte de la obra, un dúo de amor y romanticismo, que huye en su parte final de florituras y ornamentos vocales, es puro lirismo y expresión.


¡Que la detengan, se ha vuelto loca!

Avanzamos casi hasta el final del primer acto cuando encontramos el sexteto "Che mi frena in tal momento", donde cada uno de los seis personajes expresa individualmente sus sentimientos encontrados (ira, odio, piedad, horror), arropados por las intervenciones del coro. Tras este fragmento un trepidante concertante, al estilo de la mayoría de las óperas belcantistas, finaliza el acto en punta.

Hacia la mitad del segundo acto se encuentra uno de los momentos más emocionantes de la partitura, quizá el clímax de toda la obra: la escena y aria de la locura "Ardon gli scendi" y su cabaletta "Spargi d'amaro pianto", junto al coro, donde una agonizante Lucia expresa su desesperación tras haber dado muerte a su esposo Arturo, con el que le ha obligado a casarse su hermano Enrico (rival de Edgardo, amado de Lucia). En este fragmento asistimos a un espectáculo de acrobacias y pirotecnias vocales por parte de la soprano: saltos, picados, y demás gorgoritos inimaginables, con la presencia del arpa y la flauta como acompañantes de la delirante Lucia, tras lo cual cae desfallecida y muere; no es para menos la pobre, con todo lo que ha salido de su garganta.


El tenor tiene su protagonismo casi al final de la ópera. Tras una introducción orquestal, que describe un lóbrego cementerio, sobre sonidos amenazadores de truenos y relámpagos (pura iconografía romántica), Edgardo entona su emocionado recitativo "Tombe degli avi miei" y aria "Fra poco a me ricovero". El encuentro de los dos rivales, Edgardo y Enrico, junto a las exclamaciones efectistas del coro tras asistir al suicidio del primero al conocer la noticia de la muerte de su amada, ponen el dramático punto final a una de las cimas indiscutibles del bel canto italiano.

El argumento gira en torno a las luchas de religión entre la familia protestante de los Ashton o señores de Lammermoor (a la que pertenecen Enrico y su hermana Lucia) y la católica de los Ravenswood (parientes de Edgardo) durante el Siglo XVII en Escocia, bajo el reinado de Guillermo de Orange. La versión tradicional en tres actos y seis escenas se ha sustituido desde el lanzamiento de la grabación del director británico Sir Charles Mackerras en la que se recupera la estructura original de la partitura y el libreto. En esta versión la ópera se divide en dos partes: la primera en un sólo acto, titulada "La separación", y la segunda en dos actos bajo el título de "El contrato nupcial".


La resignación de la asesina...

Consulta el libreto de la ópera y sus principales versiones discográficas aquí.

Este es uno de los dos vídeos que pone a disposición la propia página del Metropolitan Opera House de Nueva York: la "cabaletta" final del aria de la locura, con la guapita Dessay (y encima canta de perlas, ¿se puede pedir más?).



Y aquí, el dúo final del acto primero, qué parejita más mona hacen la Dessay y el Calleja en ese escenario otoñal tan idílico que les han puesto...