Fotografía del concierto cedida por Fundación Excelentia
La lectura de la misa mozartiana (pese a popular, muy poco programada actualmente en las salas de concierto), fue de pulso ágil y ligero en las manos de Kuerti, un tanto sobria, ofreciendo un diáfano equilibrio entre planos discursivos (como esos fuertes contrastes dinámicos en el Credo) y huyendo de pomposidades sonoras en los metales, si bien con tendencias hacia cierta urgencia y precipitación en los tempi rápidos, lo que no fue obstáculo para que las voces del coro, altamente empastadas aunque con mayor primacía de las cuerdas agudas, demostrasen todo su buen hacer canoro, imprimiendo vigor a la famosa pieza, complementadas por un cuarteto de solistas vocales en el que dominó el incisivo timbre de candente metal en el registro agudo de la soprano andaluza Ruth Rosique, que demostró una ligada línea de canto en los arriesgados melismas del cantabile Agnus Dei. Igualmente es grato el color vocal, aunque su voz no es demasiado potente en proyección, del tenor catalán Roger Padullés, y un tanto en segundo plano resultan los materiales canoros de la mezzosoprano granadina Isabel Egea y del bajo argentino Juan Manuel Muruaga.