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martes, 31 de octubre de 2017

Pirotecnia escénica

Cuando alguien sale de una representación de teatro musical habiéndosele grabado indeleblemente en la memoria los temas melódicos que se han sucedido a lo largo de la misma, entiende a la perfección la fórmula que sustenta el éxito de la obra presenciada. Y eso es lo que le ocurre a la opereta en dos actos con música del hispano-francés Francis López El cantor de México, que ha elegido el Teatro de la Zarzuela de Madrid para dar el pistoletazo de salida a su nueva temporada, renovando su afán por adentrarse en otros universos teatrales alejados de la lírica española, una veda cuya apertura le vale continuamente la intransigencia de los más ortodoxos e incondicionales del género.


Tras su estreno, aquel 15 de diciembre de 1951 en el Théâtre du Châtelet de París, a El cantor de México le acompañó de inmediato el éxito de público, hasta alcanzar el millar de representaciones. Como tantas otras, esta fue una obra compuesta para mayor gloria del carismático cantante vasco Luis Mariano, esa estrella de masas que con su magnetismo y portentosas cualidades vocales cautivaba al público parisino de mediados del siglo pasado, convirtiendo en auténticos hits del momento sus números musicales, pegadizos y de fácil retención, servidos en bandeja por López para su completo lucimiento. La leyenda del ruiseñor, Acapulco, México, El tequila o Maitetxu son quizá los mejores ejemplos de popularidad de esta opereta, tan cercana al musical americano, aunque ecléctica y de variadas influencias, que llega ahora en la versión libre que Emilio Sagi realizó ya en 2006 para el mismo escenario parisino que vio su première, con la traducción al español de los textos originales en francés debida a Enrique Viana.

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jueves, 21 de enero de 2016

"La viuda alegre", de opereta a "music hall"

Los madrileños Teatros del Canal recuperan esta producción del bilbaíno Teatro Arriaga en la que una de las operetas más taquilleras de la historia se transforma en un musical de altos vuelos por obra y gracia del director de escena Emilio Sagi.


Sagi firma un montaje de una sola pieza, sin interrupciones, dotándolo de su inconfundible sello personal y atendiendo al más mínimo detalle visual, donde dramaturgia, ritmo escénico y dirección de actores se ajustan óptima y perfectamente a las convenciones músico-teatrales tanto del género de la opereta como del musical en que reconvierte La viuda alegre.

martes, 3 de febrero de 2015

"Lady, be good" y "Luna de miel en el Cairo" en la Zarzuela

El Teatro de la Zarzuela se ha engalanado por todo lo alto para llevar a escena un programa doble en el que se unen por igual el espíritu de la diversión y el entretenimiento en estado puro: de un lado el musical americano Lady, be good! (1924) de George Gershwin y de otro la opereta con tintes revisteriles Luna de miel en El Cairo (1943) del maestro Francisco Alonso. El principal responsable de hilvanar el acertado encaje escénico de estas dos obras ha sido el regista Emilio Sagi, que ha apostado por propuestas teatrales de una gran vistosidad visual en las que el movimiento coreográfico vehicula sin tregua la acción. A pesar de la evidente relación estilística entre ambas obras, Sagi ha sabido recrear con oficio el genuino ambiente de cada una acercándose a ellas con respeto a sus singularidades teatrales, si bien con algunas concesiones escénicas en la pieza española de su casi siempre riguroso criterio.


En la obra del compositor americano (que se estrena en España en la presente producción), la atmósfera propiamente de musical se respira nada más destaparse el primer decorado en el que aparecen los dos hermanos Trevor, tras el que se presenta envuelto en todo el esplendor de la jet set neoyorquina el salón de la señora Josephine Vanderwater, anfitriona de la animada fiesta que allí se celebra, en la cual los sofás giratorios y los flexibles movimientos del servicio recrean, con el soporte de la vibrante y estilizada música jazzística de Gershwin, un torbellino de ritmo sincopado que irá in crescendo a lo largo de la obra y que alcanza uno de sus clímax de imparable y desenfrenado pulso rítmico en el número bomba del primer acto (“Fascinating rhythm”), entonado por un personaje secundario, el cantante, bailarín y pianista de cafetín Jeff Thomas, cuyo pegadizo tema, junto a la canción que da título al musical entonada poco después por Watty Watkins, llegaron a convertirse en hits indiscutibles en la época dorada de los felices 20.