lunes, 19 de agosto de 2013

La cohorte faraónica de Castejón

Madrid. 13/08/2013. Veranos de la Villa 2013. Jardines de Sabatini. La corte de Faraón (V. Lleó). Noche del estreno. Dirección escénica: Jesús Castejón. Dirección musical: Carlos Aragón.


Un verano más los Jardines de Sabatini se han vestido de gala para acoger en su seno una serie de representaciones de género lírico español. En este caso se ha optado por amenizar y refrescar las noches madrileñas con el particular subgénero de lo “sicalíptico”, representado fielmente en la irreverente “opereta bíblica” La corte de Faraón. La popular y taquillera pieza, conocida por todo el público aficionado, con la inspiradísima música del valenciano Vicente Lleó (autor únicamente famoso en el mundo lírico por esta obra), fue estrenada en el mítico Teatro Eslava en el año 1910, habiendo estado largo tiempo censurada y prohibida durante el régimen franquista por considerar su temática como provocadora e inmoral, ya que el argumento que utilizaron el genial dúo de libretistas formado por Guillermo Perrín y Miguel de Palacios (considerados como los “hermanos siameses de la zarzuela”) fue extraído del Antiguo Testamento, concretamente el episodio del casto José y la mujer de Putifar. 

Para llevarla a escena, Veranos de la Villa de Madrid ha contado con un intachable conocedor y amante de nuestro teatro lírico como es el actor cantante y director de escena Jesús Castejón, hijo mayor de la ilustre saga de “Castejones”: los cantantes y actores cómicos Rafael Castejón y Pepa Rosado, los cuales estaban presentes en la primera fila de butacas presenciando el estreno del espectáculo. Castejón, y no era para menos, ha optado por presentar una versión escénica tanto en vestuario como en el sobrio pero cambiante mobiliario escénico (a cargo de Ricardo Sánchez-Cuerda), bastante fiel a la ambientación, el Egipto de los faraones, y a los principios irreverentes de la obra, aunque sin caer en la obscenidad y el mal gusto.

En general la óptica del montaje es clásica y por ello, acertada, aunque unos pequeños cambios anacrónicos en la semántica original de algunos de los números musicales, por hacer la obra más actual a nuestros tiempos, podrían resultar un tanto discutibles. Citamos algunos ejemplos. En primer lugar, las tres viudas de Tebas han sufrido una completa transformación, un cambio radical de imagen, más bien: por un lado, una de ellas es un hombre travestido, y por otro, las tres han sido convertidas en tres drag queens, dominatrix de momias (número que a mi gusto le ha quedado a Castejón un poco chabacano). Otra de las versiones libres se encuentra en los célebres cuplés babilónicos (“Ay va, ay, va…”), donde no la sacerdotisa Sul se ha convertido en una exuberante cantante de cabaret (María López) y la ambientación a este espectáculo asociada, o sea, gogós ataviadas con ligas negras y corsés, jugueteando con sillas. El último ejemplo de la irreverencia personal de Jesús Castejón, en el sentido no peyorativo del término, lo encontramos en el no menos famoso “Garrotín” del final, en el que las mujeres que aparecen en el sueño del Faraón que adivina José son cuatro (una más que en el original) bailarinas de flamenco, convirtiendo la escena en todo un tablao, con un atrezzo de cartón que simula cantaores y guitarristas donde los tres personajes de este número (Faraón, José y Copero) asoman cabezas y brazos que mueven garbosamente al son de la música, número que al comenzar el ritmo de garrotín se ha "aflamencado" más de lo habitual en esta propuesta escénica.

Todos sabemos que es común a los tiempos modernos por los directores de escena sacar algunos elementos de contexto de las obras originales, aunque en este caso, la propia idiosincrasia de la pieza de Lleó no se lo va a reprochar. Es más, si estos pequeños detalles contribuyen aún en mayor grado al disfrute y el esparcimiento del público en una calurosa noche de verano madrileña, bienvenidas sean estas libertades, por lo que se toleran perfectamente a un gran respetador del género como ha demostrado serlo desde siempre Jesús Castejón.

Otros cambios menores se han localizado en la letra de algunos de los números musicales, no coincidentes con la letra que se escucha en las grabaciones discográficas completas de la obra que están disponibles en el mercado, la más famosa la dirigida por Ataúlfo Argenta de los años cincuenta, quizá porque en esta época se debía cuidar mucho lo que se registraba de cara al comercio musical por la acción omnipresente de la censura. Asimismo, se han percibido en esta puesta en escena ciertos guiños a la película de 1985 que hizo célebre esta opereta de Lleó: el film del mismo título de José Luis García Sánchez, protagonizado por Ana Belén y Antonio Banderas en los papeles principales. Se ha notado al poner en boca de ciertos personajes frases por las que se entiende que están ensayando la propia obra de Lleó, como ocurría en la película.

Como es habitual todos los años en Sabatini, todo el reparto y la orquesta han sido amplificados por micrófonos, lo que en cierta medida distorsiona la naturalidad del canto y el timbre musical de los instrumentos, aunque se considera un mal necesario, al tratarse de un escenario al aire libre con una gran cantidad de contaminación acústica a su alrededor. El reparto ha contado con una mayoría de actores provenientes de otros géneros como la comedia musical. Así, encontramos cantantes como Anna Mateo en Lota, con una voz no plenamente lírica pero llena de sensualidad y que acometió una parte actoral encomiable, resultando una leona-llorona a partes iguales con Putifar y el casto José; Javier Ruiz como éste, el cual supo dotar a su personaje de la suficiente dosis de candidez y melosidad con un desenvuelto movimiento escénico, o los lugartenientes de Putifar: Francisco Lahoz como Selha y Eduardo Carranza como Sethi, que pusieron el toque sainetero al espectáculo.

Por otro lado, el barítono Marco Moncloa como el general Putifar, incumplidor de sus obligaciones conyugales por una herida de guerra en lo más profundo de su hombría, fue el único que al salir a escena por primera vez no estaba amplificado, defecto que le subsanaron cuando hizo su primer mutis y reapareció. Aun así, su voz de naturaleza profunda resultó un tanto engolada en las pocas frases que le dirigió a Lota. Muy correctas las intervenciones del tenor Ricardo Muñiz en el intrascendente papel del Gran Sacerdote (con único protagonismo en el primer número musical de conjunto), de la soprano Begoña Álvarez como Raquel, consorte de Lota, y de nuestra querida soprano Milagros Martín (curiosamente la única cantante de todo este reparto que, jovencísima, participó en la película de 1985, en la cual encarnó concretamente a Raquel), que exhibió una voz firme en los graves y con precisos filados en su papel de la Reina, esposa del Faraón, compatibilizándolo con una encomiable actuación en el terceto de la disputa entre ella, José y Lota. Por encima de todos a nivel actoral destaca una vez más el tenor cómico Juan Manuel Cifuentes como su esposo el Faraón; sus gags, su comportamiento disparatado e histriónico y su amaneramiento al hablar hacen de él sin ninguna duda uno de los más divertidos actores cómicos de la escena lírica actual, que se supera con creces en cada recreación de un nuevo personaje.

Destacar igualmente la siempre cuidada coreografía de la hermana del director de escena, Nuria Castejón. La Orquesta, ignoramos cuál porque no se especifica en el programa, dirigida por Carlos Aragón hizo brillar en general con dignidad esta obra de inspiración revisteril y operetística, a pesar de que ciertos momentos fueron conducidos a una velocidad desorbitada, como la solemne escena coral inicial o todo el garrotín.


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