P. ¿Cómo surgió el proyecto de realizar un espectáculo musical sobre la vida y obra de este catalán universal como es Amadeo Vives?
R. Tenía con la zarzuela un tributo pendiente, pues fue a través de este género que tuve mis primeras vivencias infantiles con el teatro pero en el caso concreto de Vives la idea surge cuando en 2005 veo la noticia sobre la posibilidad de que sus restos sean echados a la fosa común si nadie se hace cargo de los gastos de la tumba en Barcelona. Entonces experimento por el gran maestro una identificación en lo que respecta a la ingratitud de mi tierra con los artistas que aman lo español.
P. El espectáculo se define como musical contemporáneo, no como antología lírica… ¿Cómo se han seleccionado los fragmentos musicales de las obras de Vives que lo vehiculan?
R. He respetado una cierta cronología de sus partituras. La juventud sentimental en lo catalán, la música comestible-religiosa y también la sicalíptica para sobrevivir. Después, el cenit de su carrera en la zarzuela, señalando algún fracaso, y finalmente la música que pudo influir en su obra.
P. ¿Se puede considerar un espectáculo biográfico sobre su figura?
R. Es una mirada ciertamente personal sobre Vives a pesar de que la mayoría de situaciones tienen un principio real. No obstante, me inclino por aquellas cosas que tienen que ver con aspectos más cercanos al interés de un espectador contemporáneo.
P. ¿Están presentes aspectos de crítica social o política, como en otras producciones de Els Joglars? ¿Tiene algún paralelismo con sus anteriores creaciones dedicadas a Dalí o Pujol?
R. Está dentro del ámbito de lo que yo llamo los retratos escénicos en los que trato de buscar una penetración sobre la personalidad del individuo más viva y emotiva que la pura biografía. Sin embargo, soy consciente de que se trata de una mirada muy personal que no busca especialmente la objetividad sino que se inclina por los rasgos que puedan conectar con el espectador actual.
P. ¿Qué representa en su opinión Amadeo Vives para la historia de la música española? Ha dicho que este personaje en cierta medida era su 'alter ego', ¿en qué se parece a usted?
R. El fandango de Doña Francisquita se podría catalogar casi como un tópico de lo que es música española. La paradoja es que está creada por un catalán como sucedió mucho tiempo antes con el fandango del Padre Soler de Olot, de aquí la frase final de la obra: “No hay nada tan español como un catalán”. Mi teatro también se podría definir como algo muy catalán, sin embargo, mis mayores éxitos los he obtenido en el resto de España. En este sentido, hay una identificación con Vives en la forma de incitar la emotividad de los españoles, al margen de las ideas políticas o del poco aprecio, que precisamente por ello, puedan manifestar nuestros conciudadanos de aquel rincón del Mediterráneo.
P. ¿En qué se ha basado para “retratar” al compositor catalán, tanto física, como psicológicamente?
R. He leído mucho sobre Vives y no solo lo biográfico, sino crónicas y escritores que hablan de él como es el caso de Josep Pla. A través de muchos detalles aislados he tratado de componer los impulsos soterrados que movían un personaje enormemente pasional con una minusvalía muy severa desde niño. Pero sobretodo he querido impulsar lo que, obviamente, no hablan sus biógrafos y es la mirada contemporánea sobre el personaje.
P. ¿Cómo ha configurado el montaje, esto es, cómo ha imbricado las músicas con el texto dramatúrgico creado por usted?
R. Empecé primero por concretar a grandes rasgos aquellas cosas que deseaba contar sobre Vives y después busqué los fragmentos de sus mejores obras que pudieran corresponder a esta visión. Una vez seleccionados adapté algunas situaciones a la letra de la música. En cierta medida me imaginé que Vives me proporcionaba unas piezas para que yo creara el libreto y viceversa.
P. ¿Es una llamada de atención para la juventud actual, para que abra sus horizontes a este tipo de manifestación musical como es la zarzuela y rompan sus prejuicios generalizados en torno a ella?
R. He trazado un argumento contemporáneo perfectamente comprensible para todo tipo de público con una música que posee altos componentes de emotividad, superiores incluso a la mayoría de los musicales anglosajones que están hoy de moda. No veo barrera alguna para que un joven no entre en ese juego.
P. ¿Piensa que en general el género zarzuela se está representando y haciendo llegar adecuadamente para difundirlo a nuevos públicos?
R. Lamentablemente, y salvo alguna excepción, la zarzuela se mueve en un clima decimonónico y cuando se intenta hacer algo distinto, la mayoría de las veces se hace con un insensato e indocumentado complejo de modernidad. Modernos lo somos todos los que estamos vivos y no hay que intentar subrayarlo para nada en el arte.
P. ¿Cuáles son las premisas sobre las que se sustenta la programación de los Teatros del Canal?
R. Tratándose de un teatro que paga en parte el contribuyente busco aquellas cosas que interesen a todos los contribuyentes, los cuales, como es obvio, tienen gustos muy diversos y no siempre coincidentes con los míos. Mi mayor responsabilidad es que los productos, sean cuales sean, tengan un nivel de calidad.
P. ¿Qué balance efectúa el director artístico de los Teatros del Canal tras dos años de gestión al frente del centro?
R. Hay público y gran variedad de programación pero no me conformo con lo conseguido. Hasta que no haya que reservar las localidades con unos meses de antelación para poder obtener una plaza no estaré satisfecho.
P. ¿Qué proyectos más inmediatos le tienen ocupado a Albert Boadella? ¿Volverá a temas de zarzuela?
R. Soy un músico frustrado que por una serie de circunstancias tuvo que ejercer de comediante. Es natural que me sienta atraído por algo que mezcla tan equilibradamente la música y el drama como es la zarzuela. Espero que no sea la última.
Agradecimientos: Área de Comunicación Teatros del Canal
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