martes, 20 de mayo de 2014

De tonos y pasiones humanas

18/5/2014. Teatro de la Zarzuela (Madrid). De lo humano… y divino [Anatomía de las pasiones]. Homenaje a Juan Hidalgo en el 400 aniversario de su nacimiento. Música de Juan Hidalgo, Gaspar Sanz, Santiago de Murcia, Antonio Martín i Coll, Francisco Guerau, Domenico Mazzocchi y autores anónimos. Idea original y dirección musical: Carlos Mena. Dirección de escena: Joan Antón Rechi. Escenografía: Alfons Flores. Reparto: Carlos Mena (contratenor), Alicia Amo (soprano), José Antonio López (barítono). Capilla Santa María.

Bien se merecía un homenaje teatral la importante figura del compositor madrileño del Barroco Juan Hidalgo (1614-1685) en este año en que se cumplen cuatro siglos de su nacimiento. Carlos Mena, alma mater de este emocionante viaje por lo divino y lo humano, ha conseguido mostrar al espectador del siglo XXI un repertorio injustamente olvidado de nuestra historia musical desde el valor de lo imperecedero e intemporal.

La acertada concepción escénica del espectáculo De lo humano…y divino desarrollada por Joan Antón Rechi y que el Teatro de la Zarzuela de Pinamonti ha tenido la deferencia de producir, se sustenta en una sucesión de imágenes o escenas alegóricas que van ilustrando musicalmente esas canciones breves del siglo XVI para voz sola que alternan coplas y estribillo rítmico cultivadas especialmente por Hidalgo: los tonos humanos y divinos, que han sido sabia y variadamente combinados en este montaje con otras piezas netamente instrumentales de autores contemporáneos, como Gaspar Sanz, Antonio Martín i Coll, Santiago de Murcia o Francisco Guerau, perfecto ensamblaje al conjunto. La conducción del espectáculo no decae nunca, por su misma variedad imaginativa, y por ello apenas importa que no se acierte a discernir la lógica de las situaciones planteadas, o que no se comprenda íntegramente el contenido o el mensaje de unos textos poéticos y elegíacos que pueden resultar tan lejanos hoy a nosotros. Por la propia intelectualidad y poética del espectáculo, el espectador tiene entera libertad para que interprete las situaciones teatrales que ve sobre el escenario, magníficamente apoyadas por una cambiante y colorida iluminación.

 

Desde la beatífica imagen inicial que protagoniza un Mena sacerdote hasta el torrente de vitalismo desplegado en la última jácara por los tres solistas, pasamos sin solución de continuidad por un caudal de sentimientos religiosos y emociones humanas que en ocasiones se entremezclan confusamente: la espiritualidad, la melancolía, el regocijo, el erotismo, la pasión amorosa, la muerte o la devoción. Pero los tonos de Hidalgo (sacados en su gran mayoría de su obra Los celos hacen estrellas -1672-, con texto de Juan Vélez de Guevara) siempre están ahí, omnipresentes, dando vida y significado pleno al ciertamente complejo y enmarañado universo de las pasiones humanas, con el apoyo de transiciones instrumentales en forma de chaconas, villanos, canarios, folías, marionas y jácaras, que muestran el elemento bailable y popular.

 

Para llevar a buen término este justo homenaje a Juan Hidalgo ha sido determinante el magnífico trabajo conjunto de los tres solistas en sintonía con los virtuosos instrumentistas de la Capilla Santa María, integrados y distribuidos inmejorablemente por esa gran plataforma catedralicia que conforma el escenario, en forma de gran retablo.

 

Además de ser el ideólogo de este sensacional espectáculo que le convierte en uno de los máximos reivindicadores de la música de Juan Hidalgo, no hay ninguna duda de que el contratenor Carlos Mena es uno de los mejores y más reputados cantantes de esta singular tesitura vocal, y ello lo demostró más que sobradamente seduciendo al respetable mediante su cadencioso y modulado canto, de sutiles inflexiones y tímbrica plena de contratenor. Completaron el trío vocal la soprano ligera Alicia Amo, de vibrante registro agudo y notable desenvoltura escénica, y el barítono José Antonio López, que a pesar de poseer una voz de proyección contundencia, supo no obstante imprimir el necesario cariz poético a sus solos. En el conjunto instrumental encontramos grandes nombres de la interpretación de música antigua y barroca, como el percusionista Pedro Estevan o el archilaudista Juan Carlos de Mulder, amén del violinista Andoni Mercero, derroche de virtuosismo brindado en las variaciones encomendadas a su instrumento en unas folías del siglo XVII. A destacar asimismo la labor de otro trío de figurantes-bailarines, no nombrados en el programa pero que formaron parte esencial junto a los solistas vocales de esta “anatomía de las pasiones”.

 
 
En definitiva, desde aquí hay que dar la enhorabuena y agradecer por una parte al coliseo de la calle Jovellanos y por otra a la constancia artística de Carlos Mena esta iniciativa teatral que honra la memoria de uno de los más relevantes compositores del barroco español que escribieron para la escena.

  


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