jueves, 14 de julio de 2011

"Tosca" de Puccini en el Real: el adiós de Nuria Espert a la ópera

"No tengo ganas de abordar nuevos proyectos. Creo que este momento dorado de mi vida como intérprete es lo que me hace más feliz. La vida nómada del mundo de la ópera no me seduce ya". Con estas palabras Nuria Espert se despide definitivamente como directora de escena de una ópera. Y es con Tosca de Puccini, que sube a escena estos días en el coliseo madrileño, en la que será la última ópera de la temporada. Este montaje de la actriz catalana, estrenado en el Real en el año 2004, contará con la dirección musical de Renato Palumbo.


El reparto reúne como voces principales a la soprano Violeta Urmana como Floria Tosca, el tenor Marcello Giordano en Mario Cavaradossi y el barítono Lado Atanelli como el pérfido y abominable Barón Scarpia. Parece ser que esta reposición obedece a una buena relación de Espert con Mortier, ya que el belga pidió a la catalana su colaboración para recuperar su montaje de 2004, a pesar de la conocida aversión de Don Gérard a Puccini.


Génesis compositiva de Tosca y características músico-teatrales

Cuando en el año 1889 Giacomo Puccini presenciaba subyugado en el Teatro de los Filodramáticos de Milán a una descarnada actriz Sarah Bernhardt representando el drama sentimental La Tosca del dramaturgo francés Victorian Sardou, se dijo a sí mismo que debía convertir en ópera toda la carga dramática y psicológica que destilaba la obra teatral. Ésta le ofrecía al compositor exactamente el contraste que él buscaba, más relacionado con lo patético que con la auténtica tragedia, género al que hasta ese momento había dedicado todo su ser creativo. Tosca presentaba unas características genuinas, perfectas para el teatro cantado: gran énfasis melodramático, una primma donna temperamental como heroína y una acción ambientada en Roma, concretamente en 1800 durante las Guerras Napoleónicas.

Aun así, los derechos de autor sobre la obra original habían sido cedidos al compositor Alberto Franchetti en 1893, aunque al final éste decidió que no estaba en condiciones para poner música a la tragedia de Sardou, quizá por presiones de Ricordi para que la compusiera Puccini.

La confección del libreto no le dio pocos quebraderos de cabeza al genial compositor de Lucca, ya que Giuseppe Giacosa y Luigi Illica (colaboradores habituales de Puccini) se enfrentaban continuamente con él por no encontrar criterios unificadores en la elaboración de la ópera, unido a los malentendidos entre el propio Puccini y su editor Giulio Ricordi y por si fuera poco para cerrar el círculo perfecto, las escaramuzas que existían entre libretistas (que amenazaban con abandonar todo el trabajo) y editor. Estas peleas con los exasperados y furibundos libretistas serían una constante durante toda la carrera operística de Puccini, ya que en el título anterior, La Bohème, igualmente amenazaron con desertar. Respecto a Tosca, todo acabaría felizmente siendo por fin estrenada la ópera con un éxito apoteósico el 14 de enero de 1900 en el Teatro Costanzi de la capital italiana.

El público quedó fascinado ante el sentimentalismo efectista y por el abierto carácter melodramático de la obra. Los amores de la cantante Floria Tosca con el pintor revolucionario Mario Cavaradossi junto a las intrigas y maldades cuasi sádicas del jefe de policia Barón Scarpia apasionaron e impactaron enormemente al espectador de la ópera, que le permitía participar de una trama con claros elementos políticos y con violentas escenas de muerte y tortura.

Para nosotros, aparte de eso, llama poderosamente la atención la increíble teatralidad de la pieza y el perfecto retrato psicológico de los personajes, sobre todo del trío protagonista: Tosca, Cavaradossi y Scarpia, siendo la obra uno de los máximos exponentes del más puro verismo italiano imperante en la época. A todo esto hay que unir el sorprendente tratamiento orquestal de la obra, en lo que se podría traducir como una sublime adaptación del procedimiento leitmotívico del drama musical wagneriano: se consigue que sea la orquesta la que poderosamente vehicule, describa y haga avanzar los acontecimientos. Por todo ello y gracias al talento del maestro de Lucca hacen de esta ópera la categoría de auténtica obra maestra.



Breve contexto político de la obra

Aunque Puccini en su obra incidió mucho más en la trama sentimental de la tragedia original de Sardou, el trasfondo político de la ópera gira en torno a la disputa entre los republicanos liberales (Cavaradossi y el preso político Angelotti, ex-cónsul de la República romana), que abrazan la acción napoleónica en Italia contra el Imperio Austríaco, y los realistas, defensores del Absolutismo monárquico (encabezados por el temible Scarpia). Desde el primer momento, Angelotti, tras escapar de la prisión, será buscado contra viento y marea por Scarpia y sus secuaces, para lo que el pérfido Barón utilizará sin escrúpulos a Tosca, amante del pintor Mario Cavaradossi, un correligionario de Angelotti que defiende la causa liberal, al que torturará sin cese para que le revele el paradero del ex-cónsul. Al final será la propia Tosca, al no poder aguantar más el tormento de ver a su amado torturado sin piedad, la que revelará a Scarpia que Angelotti se esconde en el pozo del jardín de la casa de campo del pintor.


Los mejores momentos de Tosca

El primer acto comienza con unos agresivos acordes de los metales (asociados al Barón Scarpia) en una cripta de la Iglesia de San Andrés del Valle, con la abrupta entrada de Angelotti (barítono), que en su furtiva huida, busca desesperadamente un escondite ("Ah! Finalmente!"); acto seguido el Sacristán de la Iglesia (bajo bufo) atraído por los ruidos de la cripta al cerrarse, hace su aparición, creyendo encontrar allí al pintor (persona a la que no traga mucho). La música que describe a este personaje es burlona, jocosa y saltarina, parece describir los torpes pasos del clérigo, y precede a la intervención del pintor Mario Cavaradossi (tenor lírico-dramático) en su primer monumental y apasionada aria Recondita armonia, que Cavaradossi canta mientras continúa su trabajo de pintar una Madonna para la Iglesia. En el aria Mario contempla su cuadro al que ha dotado de la belleza de su amada Tosca. El primer dúo entre Tosca (soprano dramática) y Cavaradossi ("-¡Mario, Mario!" "-Son qui") representa el corazón del acto primero. Es esta una amplia escena de amor y celos por parte de Floria a Mario por el parecido que el cuadro representa con la hermana de Angelotti, la Marquesa Atavanti. En gran parte de este dúo amoroso una delicada y arropadora orquesta, como el buen Puccini sabía articular, acompaña a las dos voces en momentos de auténtico éxtasis lírico, con reconocibles leitmotivs que reaparecerán a lo largo de la ópera vinculados a distintas situaciones.

Una breve y encantadora escena del Sacristán con los niños de la capilla celebra la reciente derrota de Napoleón y antecede a la entrada del malvado Barón Scarpia (barítono), con una oscura frase instrumental dotada de viento metal y percusión que servía para abrir la ópera. Todo ello desemboca en el primer dúo de Tosca y Scarpia (que ha sido oída a lo lejos por él), dominado por un clima a medio camino entre espiritual (suenan de fondo campanas) y dramático al transmitirle el sagaz Scarpia a la cantante que su amado se ha ido con la mujer retratada en su cuadro: introduce en ella el fantasma de los celos. El colosal Te Deum que cierra brillantemente el acto primero con una poderosa orquestación (a base de percusión y metal) combina dos elementos fuertemente contrapuestos que consiguen un clímax sonoro impactante: de un lado la espiritualidad que destila el propio acto religioso al son de las fuertes campanas de la Iglesia bajo el fondo de cañonazos exteriores, y de otro, las lujuriosas intenciones del Barón Scarpia de seducir y conseguir el amor carnal de Tosca con sus diabólicas artes.


El acto segundo se desarrolla en las oficinas del Barón en el Palacio Farnesse, donde un expectante Scarpia medita en su cena sobre los próximos acontecimientos y saborea su próxima venganza sobre el pintor a cuya amante ha ordenado traer a su presencia para "negociar". Su subordinado Spoletta (tenor) entra asustado cumunicando a su jefe que no han podido capturar a Angelotti, pero que han detenido a Cavaradossi. Cuando traen a Mario, el Barón le interroga sobre Angelotti, subrayado musicalmente por unos agresivos trémolos de cuerdas y nota larga de metales. Mario contesta a las preguntas de Scarpia: "no lo sé" y "lo niego". Acto seguido entra Tosca, a la que se ha oído cantar fuera de escena una cantata coral en honor de la reina mientras el comisario interrogaba ferozmente a Cavaradossi.

Cuando se llevan a éste a la cámara de tortura por orden del Barón, comienza la extensa escena entre Scarpia y Floria. A partir de aquí casi todo el acto está consagrado a ambos, que charlan al principio (el estilo es conversacional) sobre el destino de Mario y la propia situación que mejor le conviene a Tosca en esos momentos. La intención inicial de Scarpia es conversar con Tosca amistosamente y convencerla de que hable respecto al paradero de Angelotti ("Parliam da buoni amici"), pero ante las negativas de Tosca a hablar ("- Orsù, Tosca parlate" "- Non so nulla!"), el Barón pierde la paciencia, se va poniendo más furioso y encolerizado y ordena a su secuaz Roberti Sciarrone (bajo) que apriete más la tortura contra el pintor ("più forte, più forte") ante una cada vez más desesperada Tosca. El Barón disfruta como un auténtico sádico con la tortura de Mario y el sufrimiento de Tosca, a la que poco a poco va sometiendo y llevando a sus pies.


Se oye a Mario quejarse fuertemente de dolor fuera de escena en su cámara de tortura, hasta llegar a la extenuación: es en el clímax del suplicio al que está siendo sometido el pintor donde Tosca canta un dramático tema ascendente en toda la orquesta (que será luego recordado en su famosa aria Vissi d'arte) y que lleva a Floria al borde de la desesperación y el desmayo ante las constantes e implacables presiones del Barón a que le revele el escondite de Angelotti. En esos momentos Mario grita desesperadamente y es cuando Floria cede a las exigencias de Scarpia: "Nel pozzo nel giardino"; la tensión y el dolor se relajan, pero el clima queda en suspenso (únicamente se oyen acordes suaves de contrabajos y de timbal cuando Floria llama ¡Asesino! a Scarpia).

Mario es llevado a presencia de Tosca y Scarpia. Cuando Mario escucha por boca del burlón Scarpia que éste ordena a Spoletta ir al pozo del jardín, impreca duramente a Tosca calificándola de traidora, pues ha revelado su secreto, pero en ese preciso momento entra un agitado Sciarrone y anuncia a Scarpia la victoria de Napoleón sobre las tropas austríacas. "¡Victoria!", exclama un triunfante Mario al oír la ilusionante noticia y en apenas un minuto entona un auténtico himno a la libertad de los pueblos contra la tiranía, antes de que los guardias se lo lleven encadenado y el agitado clima musical se vaya apaciguando con el recuerdo del ya aludido tema ascendente de Tosca.


Tosca y Scarpia se quedan solos en escena. En un momento dado ella le dice "¿Cuánto?", en referencia al precio que pide Scarpia por su libertad y la de su amado. Ante ello, Scarpia ríe complacido y le comunica que él no se vende por dinero, sólo la quiera a ella. La orquesta se desata obsesivamente: el Barón la acosa hasta que ella, histérica, al fin no tiene más remedio que ceder (vuelve obsesivo el acorde ascendente) y entonces canta ese momento único donde los haya: Vissi d'arte, donde reconoce que ella, una cantante, sólo vive para el arte. Luego Floria exige a Scarpia firmar un salvoconducto para que ella y Mario puedan huir para siempre de la ciudad, a lo que el Barón acepta y le comunica a la cantante que el fusilamiento del pintor será simulado; así se lo hace saber a su agente Spoletta: "como hicimos con el Conde Palmieri".

Mientras Scarpia escribe de espaldas a Tosca ("- ¿Cuál camino seguiréis? ¿Civitavecchia?" "-Sí") la orquesta, en una frase desgarradora con cuerdas y golpes quedos de percusión, describe cómo Floria se apodera de un cuchillo de la abandonada cena del comisario. En el momento en que él se da la vuelta para abrazarla la orquesta acomete un episodio agresivo y cortante en los metales que representa el apuñalamiento de Scarpia, hasta que la tensión va relajándose y disminuyendo, acompañada por los dolorosos gemidos de un agonizante Scarpia que pide ayuda y las palabras de desprecio, sin compasión alguna y con una increíble sangre fría que dirige Tosca hacia él: "muere, muere". Cuando efectivamente el Barón expira, la orquesta describe cómo Tosca elabora un ritual improvisado al muerto: acerca candelabros al cadáver y le coloca un crucifijo en el pecho. Su última frase dirigida al abominable comisario, dicha en susurros, es lapidaria: "Ante él temblaba toda Roma". Dicho esto, sale de escena. El acto finaliza con otro pasaje orquestal a cargo de clarinete y cuerdas que desemboca en unos chirriantes acordes de cuerdas y unas conclusivas notas largas bajo suaves redobles de la caja.


Acordes de las trompas abren el acto tercero donde nos encontramos en la terraza superior del castillo de Sant'Angello en Roma. Un pastor hace sonar su caramillo a la vez que entona una bella melodía de carácter bucólico, tras la que suenan a maitines las campanas de los campanarios de la ciudad y la orquesta en pleno expone el tema famoso del E lucevan le stelle. Mario escribe su última carta a Tosca desde la prisión, los violonchelos, en unas dolientes frases con temas del dúo del acto primero y el tema ascendente de Tosca, sirven de transición para la melodía del clarinete que inicia el famoso y desesperado segundo aria de Cavaradossi: "Lucían las estrellas". El exaltado dúo que sigue entre Tosca y Mario donde ella le anuncia que ha dado muerte al despiadado Scarpia ("O dolci manni mansuete e pura") recupera temas ya escuchados a lo largo de la obra. La cantante informa a su amado sobre todo lo que aconteció en la habitación del Barón, además de anunciarle que su fusilamiento será simulado.

Suena una campanada. Es la hora de la ejecución y ambos amantes se despiden, recordándole Tosca a Mario que sólo deberá tirarse al suelo tras los ballonetazos, con lo que deberá actuar con naturalidad: "como la Tosca en teatro", dice irónicamente Mario. Las cuerdas inician entonces un crescendo con abundante presencia de metales y percusión que describe la colocación del pelotón y la espera ansiosa de Tosca a que finalice la supuesta "farsa". Suenan los tiros y los metales adquieren casi un carácter de tragedia griega. El pelotón se aleja. Todo queda en silencio. Tosca llama a un derribado Mario para que se levante, pero no obtiene respuesta ("¡So, so, Mario, Mario!"). Cuando toca el cuerpo inerme de su amado, profiere un grito desgarrador: ha comprobado que está muerto. El difunto Scarpia la ha engañado. Se oyen en la lejanía los gritos de los secuaces del Barón, que han descubierto su cadáver y vienen a detener a su asesina, acompañados por unos acordes obstinados de las cuerdas. Floria, desesperada, ya no tiene nada que perder: convoca a Scarpia y a ella misma al juicio supremo y se lanza al vacío desde la muralla del palacio, mientras la melodía del E lucevan le stelle se oye en todo su esplendor en metales y percusión, para concluir de manera efectista este dramón sin precedentes.





Vídeo promocional de la ópera



Noticia de Efe

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