lunes, 2 de mayo de 2011

Unos revoltosos "acorralados"


LA REVOLTOSA (R. Chapí)
Del 30 de abril al 8 de mayo de 2011
Teatros del Canal (Sala Verde)
(Madrid)

Crítica del montaje

Acercarse escénicamente a una zarzuela ampliamente representada y divulgada como es La Revoltosa no tiene por qué ser a priori fácil y cayendo en sistemáticos estereotipos. Juan Carlos Pérez de la Fuente, en esta su primera incursión en el mundo del género lírico español, ha sabido articular una propuesta escénica imaginativa, original, audaz y sin precedentes manteniendo las esencias puras del sainete madrileño musicado por Ruperto Chapí.


Cuando uno entra en la Sala Verde de los Teatros del Canal (sala polivalente y multipuertas donde las haya) se encuentra con una auténtica corrala madrileña por los cuatro costados, donde cada una de las gradas que rodean al escenario está engalanada con coloridos motivos de monedas, naipes, mantones y abanicos, convirtiendo al espectador en copartícipe del espacio escénico, por lo que se ve, ya desde el primer instante en que accede a la sala, dentro de ese concurrido patio de vecindad en que se ambienta la obra. Debajo de sus ojos el espectador asistirá a las disputas entre mozos y mozas, a los celos de Felipe, a los coqueteos de Mari Pepa, a las argucias de las mujeres, a la algarabía de la verbena... todo arropado por un vistoso juego de luces y un vestuario completamente tradicional. Revoltosa al 100%, sin rechinamientos ni estridencias absurdas, como nos tienen acostumbrados los directores "posmodernos".


La simetría es una pieza clave en este montaje: la escena de la verbena está decorada con farolillos colocados en dos hileras, para luego formar un semicírculo completado por otro de bancos de madera, con lo que se consigue un círculo completo. Todos los diálogos que preceden al Intermedio orquestal están acompañados de la presencia del coro en fila horizontal portando una especie de globos blancos que van haciendo oscilar arriba y abajo como una ola causando un efecto visual de gran belleza estética. A todo lo dicho se añaden los elementos acústicos en off, como el ruido de fuegos artificiales o el sonido de un organillo de verbena que sirve de ambientación a determinados pasajes hablados.


Quizá la disposición en esta sala verde de las gradas laterales (en una de las cuales un servidor presenciaba el espectáculo) dificulta al espectador en determinadas ocasiones la captación de ciertos detalles del movimiento escénico, de algunos diálogos y partes cantadas, cuando actores y cantantes están colocados y dirigen sus intervenciones hacia la grada frontal, con lo que el sonido llega amortiguado. La ubicación de la propia orquesta, la JORCAM Académica, entre la grada frontal y el escenario, hace que el sonido orquestal, desde la posición en la que yo estaba situado, llegue tenue en los momentos de conjunto, al tenerla más lejana espacialmente que los propios cantantes, algo antinatural en cualquier teatro lírico convencional. Peculiaridades estas de la llamada sala polivalente.


Aun así, el movimiento escénico está magníficamente conseguido para que nos creamos que la zarzuela es la dinámica, fresca y castiza Revoltosa que todos esperamos y tenemos en mente al pensar en esta obra maestra del género chico, un acabado en lo que el juvenil reparto vocal ayuda: de la pareja protagonista, el barítono Marco Moncloa (al que vimos hace unas semanas en El Estreno de una Artista y Gloria y Peluca) como actor sobresale, es un celoso empedernido (magistral por ejemplo su diálogo con Mari Pepa donde describe a su mujer ideal); su compañera, la soprano Sandra Fernández, recrea una Mari Pepa con empaque y presencia (y hasta con glamour), pero en el célebre dúo con Felipe ("Ay Felipe de mi alma") no adquirió la suficiente emotividad que creo requiere el número; por su parte la mezzosoprano Marina Rodríguez Cusí en el papel de Soledad nos deleitó con unas aceptables Guajiras.


En el plano estrictamente actoral, la auténtica palma de la tarde se la lleva sin asomo de dudas Emilio Gavira, que ha sembrado cátedra en su interpretación del casero Don Candelas: gruñón, cascarrabias y con el toque de humor adecuado para que este personaje no caiga en una burda excentricidad; de los tres "lilas" (Tiberio, Cándido y Atenedoro, agasajadores en el Cuarteto con Mari Pepa) me quedo con el Cándido de Paco Lahoz, que sacó más de una sonora risa al público en el cómico diálogo con su mujer Gorgonia, una Itxaro Menchaka que cumplió sobradamente con su recreación de mujer severa y con muy mala uva hacia su marido.


Destacable igualmente el trabajo coreográfico de Aída Gómez, que ha preparado para la bailarina Yasmina Pineda una coreografía alegórica que se manifiesta ya desde el mismo Preludio de la obra y adquiere un principal protagonismo a vuelo de mantón de Manila en el garboso baile que acompaña a las Guajiras. Los jóvenes conjuntos corales y orquestales cumplieron con rigor dirigidos por Manuel Coves (que se alterna en las funciones con el maestro Miguel Roa).


Como nos asegura otra Mari Pepa, la bisnieta de Carlos Fernández Shaw, el libretista de la zarzuela junto a José López Silva, se ha querido reponer esta Revoltosa en 2011 con motivo del centenario de la muerte de su bisabuelo, con el acierto de incluir una versión de la obra con el libreto original y completo, por lo que creo que este montaje tiene un añadido de interés extra.

1 comentario:

zarzuelas dijo...

http://zarzuelasdecoleccion.blogspot.com/search?q=la+revoltosa