martes, 17 de mayo de 2011

"La Tabernera del Puerto" cumple tres cuartos de siglo

Corría la primavera de 1936. El Frente Popular había ganado las últimas elecciones generales y la tensión social en las calles se recrudecía según iban avanzando los meses. A todo esto eran algo ajenos los teatros líricos españoles, que seguían estrenando obras. El Tívoli de Barcelona lo hacía con una nueva obra de Pablo Sorozábal, el maestro vasco que ya había triunfado en Madrid con La del manojo de rosas dos años antes. En esta ocasión el tema no era de sainete madrileño, sino marinero y ambientado en la costa norteña (en el imaginario pueblo de Cantabreda). "Romance marinero" lo denominaron sus autores y como La Tabernera del Puerto fue estrenada.



Sobre la fecha de estreno

Mucho se ha escrito sobre la verdadera fecha de estreno de esta obra. Unas fuentes apuntan a que la obra vio la luz el 6 de abril, otras el 6 de mayo y algunas (las menos) el 16 de mayo, siempre de 1936, eso está clarísimo. Parece que ya ha existido cierta unanimidad entre los estudiosos y musicólogos actuales de nuestro género lírico en determinar que la primera de las fechas señaladas es la realmente válida. Sobre esta falta de consenso en las fechas habría que señalar que es debido a que existen ciertas lagunas documentales y mentales que determinarían una fecha única como correcta. La obra no pudo estrenarse en la capital debido al estallido de nuestra Guerra Civil, obligando a retrasarse hasta 1940 la fecha del estreno en Madrid.


Origen literario de la obra

El libreto, obra del afamado binomio de libretistas formado por Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw, tuvo su origen en un pequeño "Romancillo marinero", compuesto por el primero de los autores de la letra, publicado en las páginas del diario ABC un año antes del estreno de la obra musical, en 1935, que coincide con ciertos versos que sobre fondo musical recitará (no cantará) el personaje masculino de Abel (soprano ligera) al comienzo de la obra y en la escena segunda del acto tercero:

En la taberna del puerto, - ¡qué mujer la tabernera!-
se bebe el mejor vinillo que viene de extrañas tierras.
En la taberna del puerto, - ¡qué hermosa la tabernera!
se viven alegres horas, bebiendo las horas muertas.
En la taberna del puerto,-¡Dios salve a la tabernera!
los hombres parecen tigres que buscan sabrosa presa.

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En la taberna del puerto, desde que no hay
tabernera,
lo marineros se asoman y no hay cuidado que beban.
En la taberna del puerto, los vinos saben a ausencia,
las horas huelen a envidia, los hombres… si los
hubiera,
maldecirían la noche de un sábado de galerna
que un marinero corsario se llevó a la tabernera.



Marcos Redondo y su nueva romanza

El barítono del estreno, el cordobés Marcos Redondo, no tenía una romanza en la que pudiera lucir sus cualidades vocales, ya que la romanza que estaba destinada para él en el acto tercero ("Soy un padre envilecido") era demasiado oscura y dramática y no se prestaba a ser bisada, por lo que pidió al maestro una nueva romanza más cantabile, más rossiniana. Sorozábal accedió y compuso para él la chispeante "La mujer de los quince a los veinte", que en el reestreno en Madrid en 1940 insertaría en el acto segundo junto a una romanza de soprano, una de tenor y otra de bajo (el maestro denominaba irónicamente a esta sucesión de romanzas "el concurso").


Características musicales de la obra

Lo primero que llama la atención de esta zarzuela es la perfecta imbricación entre los elementos populares y los cultos. Una copla popular española, "Eres alta y delgada", es convertida en "Eres blanca y hermosa", cantada por el coro al comienzo de los actos primero y segundo, concebida con un interesante tratamiento polifónico, a la que se superpone una "Salve Marinera". A todo ello se une una poderosa y rica orquestación que podrían hacer de esta obra una auténtica competidora de muchas óperas: el segundo dúo entre Marola (soprano) y Leandro (tenor) tiene una inspiración netamente verista, pucciniana, y recuerda en ciertos pasajes armónicos a La Fanciulla del West del maestro italiano.

Se encuentran en la partitura ritmos caribeños y afrocubanos en la Habanera cantada por las voces graves de Simpson (bajo) y Juan de Eguía (barítono) ("Qué días aquellos de la juventud"), que recuerda al otro dúo-habanera de la obra precedente del maestro, La del manojo de rosas ("Qué tiempos aquellos"); también la romanza de Simpson tiene un característico ritmo sincopado. Los aires de opereta, género aún en boga en la época, están muy presentes en el número de Marola con las mujeres "Aquí está la culpable", el dueto cómico de Chinchorro y Antigua, ambos en el acto primero, y el terceto entre Marola, Ripalda y Abel ("Marola resuena en el oído").


Pero donde de verdad se encuentra la genuina inspiración del maestro Sorozábal es en los dos dúos entre Marola y Leandro, el primero de ellos ("Marinero vete a la mar") con una bellísima línea melódica en la segunda parte del dúo; en la romanza de Leandro ("No puede ser"), cantada por todos los tenores líricos que se precien en recitales por todo el mundo, y la romanza de Simpson ("Despierta negro"), una de las pocas piezas para bajo solista en nuestra lírica, con un clara connotación caribeña en las modulaciones del coro que acompaña al personaje de Simpson.

Argumentalmente, la obra aborda dos temas absolutamente contemporáneos, como son el tráfico de drogas (Juan de Eguía obliga a Leandro a embarcarse en un peligroso viaje en barco para recoger un fardo de cocaína, astuta e indispensable condición para conseguir el amor de Marola) y el maltrato físico a las mujeres, la mal llamada "violencia de género" (el mismo Juan de Eguía pega delante de todos a su supuesta mujer, con la que vive, que no es otra que su propia hija). Para que luego digan que la zarzuela no trata temas actuales. Felices 75 años a la inmortal Tabernera del Puerto.





Imágenes pertenecientes a producciones de la obra en el Teatro de la Zarzuela


1 comentario:

zarzuelas dijo...

http://zarzuelasdecoleccion.blogspot.com/search?q=luisa+fernanda