miércoles, 22 de diciembre de 2010

El fracaso de la "Ley Sindescargas"

Desde este blog dedicado a las manifestaciones musicales escénicas también nos queremos interesar por cuestiones de actualidad política relacionadas con la cultura en Internet (se admiten comentarios a los artículos de opinión que se vayan incluyendo en esta sección).


Internet y sus usuarios han vencido en su batalla contra la Ley Sinde (nombrada así en relación a la Ministra de Cultura, Ángeles González Sinde). La normativa, integrada (o enmascarada) dentro de ese cajón de sastre que es a su vez la "salvadora" Ley de Economía Sostenible, ha sido rechazada por la mayoría de los grupos parlamentarios de la oposición en el Congreso de los Diputados en la dilatada sesión de votación de ayer (21 de diciembre). La ley autorizaba el cierre de páginas web no por mandato judicial, sino por orden de una Comisión de Propiedad Intelectual (se adivina detrás la alargada sombra de la SGAE de Teddy Bautista), organismo institucional dependiente del Ministerio de Cultura, con potestad para el cierre o la tramitación de las denuncias contra las páginas consideradas como ilegales o que violan los derechos de autor. A pesar de las tentativas por parte del Gobierno de encontrar apoyos parlamentarios para salvar la disposición normativa, éstos han dejado solo al Ejecutivo en la defensa de su ley, tumbándola.

Lo que al Gobierno le ha pasado desapercibido (o es consciente de ello, pero no le interesaba lo más mínimo) es la creciente impopularidad que esta ley despertaba, sobre todo en las comunidades de internautas. En su inusitada campaña como baluarte de los derechos de autor (muy legítima, por otro lado) para amparar, entre otros, a aquellos creadores que se convirtieron en acérrimos defensores de la causa socialista en las últimas elecciones generales, el Gobierno ha dejado de lado la opinión y las posturas unánimes de miles de cibernautas en su oposición hacia esta ley. Derechos de autor sí, pero conciliándolos con la libertad de contenidos y el acceso a los mismos en una herramienta de comunicación cada vez más básica como está siendo Internet. Libertad total de descargas, no, si con ello se realizan prácticas lucrativas en detrimento de la propiedad intelectual.

Es un error vulnerar la libertad de expresión en Internet con un cierre masivo de webs de intercambio de archivos sin garantías judiciales, por voluntad de un organismo gubernativo (y más cuando muchas de las sentencias judiciales no han decretado delitos en dichas webs). Es un error echar el candado a páginas que experimentan el 50% del tráfico diario en Internet. Es un error amenazar con perseguir a los usuarios, principales víctimas de esta medida, si esta ley no se lleva a efecto, como ha manifestado estos días la Coalición de Creadores.

Existe la necesidad de velar por la salvaguarda de la propiedad intelectual siempre y en todo momento, pero no convertir el espacio virtual en un terreno en el que desde la omnipotencia, la autoridad, el control de los Gobiernos se recorten (como estamos viendo en otros campos) derechos y libertades básicas. Lo que comenzaría con el blindaje de la creación cultural por parte de los Estados, pronto podría extenderse en forma de censura a otros ámbitos sociales o políticos.

(El contenido de este post se escribió antes de efectuarse la tramitación y final aprobación de la Ley Sinde, en 2011).

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