martes, 15 de marzo de 2011

La temporada "Mortierana"

Para mear y no echar gota. Disculpadme, es que no se me ocurre una mejor expresión para la nueva temporada Mortier del Teatro Real de Madrid, presentada hoy, qué le vamos a hacer. La llamada "temporada exigente" constará de 14 títulos operísticos, más del 80% de los siglos XX y XXI. Parece que Gérard Mortier tiene prisa por programar títulos de estos siglos pensando que el Real es el CDMC.


Abre la "mortierana" (el adjetivo me lo saco de la manga con su permiso) temporada 2011-2012 con un ciclo que ha dado en llamar "Grandes óperas del siglo XX" (pos sí que se arroga el tío el criterio de cuáles deben ser): Elektra de un atonal Strauss, el Pelléas et Melisande de un prosódico Debussy y la Lady Macbeth del distrito de Mtsensk de un iconoclasta Shostakovich, que le valió más de un disgusto con el tío Stalin.

"Otras perspectivas" es otro de los titulitos chulos que se le han ocurrido al señor Mortier, donde mete aquellas obras más desconocidas bajo otra mirada, la suya, claro: Iolanta de Tchaikovsky y Persephone de Stravinsky.

El siglo de la luces, el XVIII, sólo estará representado, y gracias, por la bendita Clemencia de Tito de Mozart (es que no está demasiado alumbrado don Gérard). El XIX, además de Iolanta de Tchaikovsky, por I due Figaro de Mercadante, con Riccardo Muti empuñando su totalitaria batuta y Emilio Sagi en la parte escénica. Luego vendrá Cyrano de Bergerac de Franco Alfano (el compositor que sólo pasó a la historia de la ópera por concluir la Turandot de su maestro Puccini), con Domingo; claro, Plácido tiene que lucir napia en la escena madrileña.

Y no hay dos sin tres, señores, esto de hacer etiquetas se le da de perlas al belga. Otra catalogación fruto de su inventiva: "Nuevos horizontes" (pos los de esta temporada no son muy halagüeños, claro, es que cuenta mucho el recorte presupuestario). Dentro de este saco va a meter Vida y muerte de Marina Abramovich, ¡trascendentalidad al poder!, encargo del teatro a esta artista del performer que recreará escénicamente Bob Wilson bajo la música de "Anthony and The Johnsons"; y todo este experimento para "¡atraer al público joven!". La eterna excusa de siempre.

Y, espérate, que ahí no acaba la cosa, otra "mortierada" más, como no le vale la obra original de Monteverdi L'incoronazione di Poppea, va y hace otro encargo sobre ella, Poppea y Nerone, reorquestación de Philippe Boesmans de la partitura del genial cremonés. Para concluir este tercer cajón (de)sastre, el montaje C(h)oeurs del coreógrafo belga (anda, un paisano suyo) Alain Platel, con música, dicen, de Verdi y Wagner. ¿Qué se hará con la música de dos genios totalmente opuestos en su concepción artística? Temblemos...

El genial Federico García Lorca será desenterrado, pero tranquilos, artísticamente hablando, no como quería en su día Garzón, con la ópera Ainadamar del compositor actual Osvaldo Golijov, basada en la amistad del poeta de Fuentevaqueros con Margarita Xirgu.

En concierto se ofrecen La finta giardiniera de Mozart, Don Quichotte de Massenet y Rienzi de Wagner (lástima, tres títulos interesantes desaprovechados en lo escénico).

No seamos tan ácidos; como dijo Miguel Muñiz, Director General, se sigue ofreciendo calidad en la programación, a pesar de todo, por el Teatro Real, lo malo es que, según nosotros, continuando Mortier y sus mediáticas "temporadas exigentes", la variedad (donde se dice está el gusto) mermará considerablemente hasta convertirse en una especie en auténtico peligro de extinción. Y para colmo disminuyendo abonos, en un 6%. ¿Se merece algo peor el público madrileño?



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