domingo, 13 de febrero de 2011

¿Ópera en 3D, desde cuándo?

Estos días se va a producir en España un acontecimiento lírico-cinematográfico sin precedentes: el visionado en cines de la primera ópera en 3D que se presenta en nuestro país. Será el 14 de febrero y el privilegio exclusivo para tal evento "histórico" lo poseen las salas Cinesa. La ópera que "debutará" en esta nueva dimensión será la popular Carmen de Bizet, en una producción de la Royal Opera House, Covent Garden de Londres.


El cartel anunciador informa de que la ópera fue rodada a lo largo de 4 representaciones el pasado mes de junio de 2010. En dicha grabación se utilizaron 5 cámaras 3D de diferentes tipos (no interesan aquí concretarlos, ya que no somos técnicos) "que hicieron posible que el equipo de producción tuviese un acceso sin precedentes al escenario, captando la emoción de la representación como nunca antes".

Genial, ahora sólo nos toca ponernos las gafas 3D y disfrutar plenamente de una experiencia operática a lo Matrix. Todo esto está muy bien, lo de los contenidos alternativos: primero la ópera en los cines, de la mano de Yelmo, y ahora su competidora Cinesa queriendo adelantarle el terreno con una apuesta más "innovadora" y "novedosa". Yo no sé qué puede tener la ópera de Bizet para presenciarla en tres dimensiones. En ella no hay efectividad artificial: Escamillo alardea de ser el mejor torero en la plaza, la gitana seduce a Don José, y éste la acuchilla cegado por los celos. Historia humana, aunque muy trágica, cien por cien. No hay naves espaciales, edificios en llamas, héroes intergalácticos... No veo necesario adosar el complemento tridimensional. No es una historia de acción, a pesar de haber en escena contrabandistas sevillanos.

La ópera, independientemente de su argumento y época, es un género eminentemente teatral, concebido exclusivamente para ser representado y, lo que aquí nos interesa, percibido, en una sala teatral de mayor o menor dimensión (en este caso me refiero a los metros cuadrados del edificio). El espectador percibe la totalidad del escenario desde su butaca y focaliza libremente su atención en aquellos elementos de la escena que le son atractivos, independientemente de que la soprano y el tenor estén cantando su dúo en primer término. Somos nosotros mismos, como espectadores, los que enmarcamos los planos, que una producción cinematográfica nos los da ya marcados y cerrados (sea para cine o para televisión). Podemos incluso apreciar una visión general de conjunto con mayor velocidad visual incluso que los planos preparados. Por lo tanto, la experiencia de abarcar todo el escenario desde nuestros asientos no es comparable a la narratividad a la que nos obligan los planos cinematográficos.

Respecto a la conveniencia de la tridimensionalidad, es atractiva como curiosidad experimental, pero no debe ser adecuado el establecerla como práctica habitual a la hora de presenciar títulos operísticos, no caracterizados especialmente por contener ciencia ficción. Quién sabe, a lo mejor si Wagner viviera, lo habría añadido dictatorialmente en Bayreuth como nuevo soporte de recepción de sus dramas musicales, en un intento por magnificarlos, acrecentando a su vez el pathos en el espectador. Por nuestra parte creemos que es innecesaria la sensación de profundidad que el sistema 3D presta para la historia de Merimée, ¡seamos serios! No vamos a ver salir de las profundidades marinas ni al Tiburón de Spielberg, ni a Bruce Willis volar en una nave transportadora, ni escalar el pozo a la macabra niña de The ring.

Sobre la frase que Ana Fernández, responsable de contenidos alternativos de Cinesa, expone en el cartel anunciador ("los espectadores vivirán una experiencia de inmersión total en una de las historias de amor, celos y traición más famosas del mundo"), yo replico: pues mire, perdóneme, pero prefiero seguir "inmersionándome" en la ópera tranquilamente desde mi butaca del teatro, ya sea de platea o de gallinero.



5 comentarios:

Anónimo dijo...

Después de haber conocido la noticia de la mano del autor de este Blog, opino que no se el porqué de esta decisión, parece que el uso de pantallas en nuestra sociedad está cada vez mas vez en auge.

Germán García Tomás dijo...

Veo que no ha leído con detenimiento el contenido del post. No estoy en contra del todo de las pantallas, sino en el uso del 3D para este tipo de espectáculos.

Anónimo dijo...

Pues la verdad es que no.

Cuaderno de un bloguero dijo...

Vaya con La bicicleta no se leyó su post, no tendría ganas o estaría haciendo otras cosas jaja, a mi lo de la opera en 3D me parece una manera de encarecer el precio de la entrada, yo nunca he ido a ver una película en 3D pero me imagino que será más cara, opino lo mismo que usted, ¿para qué en 3D?, le comento en este post porque veo que es en el que más cometarios tiene usted, aparte de uno de los post en el que le dice El mundo del automóvil en España que deja de ser seguidor suyo, bueno no me quiero enrollar más, solo decirle que le felicito y que va a ser mi primer seguidor en mi recién creado blog

Vivaaa los jóvenes periodistas.

Germán García Tomás dijo...

Muchas gracias por estar de acuerdo con mi postura y por ese viva elogioso, jeje. En efecto, el precio de una entrada para ver una película de cualquier tipo en 3D es bastante más elevado. Y siendo para un espectáculo como es la ópera, ya se imaginará usted... Ante todo, la propuesta me parece un auténtico disparate. Un abrazo.