domingo, 3 de abril de 2011

La Rusia zarista, en tres dimensiones

¡A ponerse las gafas! No, las de sol no, sino las de 3D, porque ahora toca ver Boris Godunov de Mussorgsky desde las salas Cinesa en formato tridimensional. ¡Qué chulada será ver en tres dimensiones al pueblo ortodoxo ruso postrado ante el zar Boris! Se nota la ironía, ¿verdad? Y encima desde esta entrada. En fin, informemos. Va a ser desde el Teatro Regio de Turín bajo la batuta del principal director del teatro, Gianandrea Noseda, y la dirección escénica e iluminación de Andrei Konchalovsky. ¿Cuándo? El día 5 de abril, a partir de las 20:00 horas. Es la ópera con la que se inauguró la temporada 2010-2011 del coliseo de Turín. Lo habéis adivinado: será un visionado en diferido.


Boris Godunov es una de esas óperas de masas, de conjunto, con mucha peña en escena. Quizá es la cima creativa de ese genial ruso atrapado en las garras del alcohol, que le llevaría a la tumba con tan sólo 42 años de edad.

Boris es una ópera de bajo. Sí, es raro, aunque lo parezca: el papel titular está encomendado a esta cuerda, y es un auténtico tour de force escénico y vocal para la voz más grave de hombre. Aunque es la masa coral la verdadera protagonista, representación del pueblo ruso, la que vehicula la acción.

El libreto está inspirado en un relato histórico del poeta nacional ruso por excelencia, Alexander Pushkin. La ópera prácticamente abarca todo el corto reinado del zar Boris Godunov (1598-1605), favorito de Iván el Terrible.


Versiones de Boris Godunov

Boris posee varias versiones (¡pero bueno!, diría otro Boris). Y es que la suerte no le sonrió con esta ópera al miembro más iconoclasta y audaz del Grupo de los Cinco que para mí representa Modest Mussorgsky. En el invierno de 1869 el ruso concluyó una versión primitiva de la obra, que fue rechazada por los teatros imperiales. Razones: que carecía de una protagonista femenina (cómo les gustaba a estos rusos ver a mujeres en escena), que la instrumentación era imposible de ejecutar (¡de cuántas grandes obras maestras en la historia de la música se ha dicho esto mismo!) y que los coros eran demasiado numerosos (claro, señores, es que Rusia está muy densamente poblada).

Bien, pues dos años más tarde, en 1871, Mussorgsky concluyó una segunda versión conocida como "versión original" accediendo a las "desigencias" de los teatros: intercaló el llamado "acto polaco" con un papel femenino, además de incluir unas danzas polonesas y un dúo amoroso, retocando, suprimiendo y añadiendo otras escenas, como el cuadro de la revolución de los campesinos en el bosque. En total, siete escenas. Aunque se la volvieron a rechazar los burócratas del Teatro Imperial, nuestro héroe consiguió en 1872 que se representaran tres escenas: la de la posada y las dos del "acto polaco".

Tuvieron que pasar dos años más hasta que el 8 de febrero de 1874 el Teatro Marinsky de San Petersburgo acogiera ¡por fin! el estreno completo de Boris Godunov en un prólogo y cuatro actos gracias a la bendita insistencia de la soprano Platonova, que interpretaría asimismo el papel de Marina. A pesar del clamoroso éxito que cosechó la partitura (el público ruso sí que tenía criterio) la crítica lanzó demoledores y devastadores ataques contra la obra (¡incluso el propio Grupo de los Cinco al cual Mussorgsky pertenecía! ¿Y esos cuatro se hacían llamar colegas de oficio?). Por desgracia la obra fue retirada dos años más tarde del repertorio del Teatro y hubo que esperar hasta 1896, con el compositor en la tumba desde hacía 15 años, para que el genial orquestador Nikolai Rimsky-Kórsakov, uno de sus compañeros de Grupo (al cual le gustaba mucho hurgar las partituras de sus colegas para que gozaran de una mayor difusión, especialmente las de Mussorgsky, como haría también con su ópera Kovantchina), publicara una versión muy reducida de la obra original. Ya en el siglo XX, en 1908, el autor de Scheherezade o el Capricho Español presentó una segunda revisión de Boris en la que reintegró partes suprimidas en su versión de 1896, estrenándola en París ese mismo año de 1908. Y ésta es la versión que se hizo mundialmente famosa y la que más se ha grabado en disco y representado en los teatros. En ella, el bueno de Rimsky modificó la partitura limando las asperezas de la maciza orquestación de Mussorgsky, amén de desarrollar en mayor grado los abruptos finales de las escenas.

Pero ahí no acaba la cosa, señores. Dos décadas después, en 1928, salieron a la luz las dos versiones de Mussorgsky (la "original" de 1869 y la de 1872), versiones con toda la fuerza, expresividad e intensidad originales (ufff... por fin se acabó el capítulo de versiones, qué agobio, Dios...).



Características musicales de la obra

La escritura orquestal de la ópera es muy oscura, marmórea, áspera, enormemente incisiva, con momentos de carácter épico y triunfal, incluyendo materiales temáticos directamente extraídos del folclore nacional pero adaptados a un discurso musical sumamente elaborado, usando la técnica leitmotívica pero sin someterla a una exhaustiva sistematización.

Por su parte, la voz humana en Mussorsgky (algo que comparte con sus ciclos de canciones) está tratada como él creía que debía expresarse: debía plasmar las inflexiones lingüísticas del propio habla cotidiano ruso. A Mussorgsky le importa cada palabra emitida por la voz, como si de un diálogo natural se tratase, encomendando al elemento orquestal la acción de reafirmar, realzar o prolongar la voz individual, a la cual contrapone la masa coral: simple, clara y directa. El recitado melódico no es un mero procedimiento para Mussorgsky, sino que, por su misma viveza y naturaleza primitiva, le aporta un enorme componente de fuerza dramática, como nunca hasta entonces se había producido (exceptuando Wagner, claro).

Es por tanto que la ópera (y la música en general de Mussorgsky) además de muy moderna para su época (inasimilable para los círculos académicos), es descarnada y viva, expresa todas las impresiones y emociones exteriores del alma humana: describe desde lo más primitivo y brutal hasta lo más puro y sensual.



Fragmentos destacados

De esta majestuosa ópera que puede llegar a las tres largas horas de duración, se han hecho especialmente célebres varios fragmentos; entre ellos destaco la espectacular Escena de la coronación de Boris como zar (que concluye el Prólogo de la ópera), donde una orquestación grandilocuente con profusión de metales y percusión (se oyen hasta las campanas de las catedrales de la Asunción y de los Arcángeles, próximas al Kremlin, en un alarde de suprema exaltación épico-religiosa), sirve a un coro varonil, solemne, glorioso, triunfal.

Otro fragmento que sobresale en cuanto a belleza melódica y sensualidad es el Dúo entre el falso Dimitri (tenor) y Marina (soprano) que corona el acto III, y que en la versión de Rimsky concluye con unos victoriosos "vivas" a cargo del coro.

Por último, de entre todas las intervenciones solistas del protagonista (que tiene p'aburrir durante el transcurso de la ópera), me quedo sin dudarlo con el Monólogo Final (la llamada "Muerte de Boris"), donde el protagonista expresa su desesperación ante su asegurada muerte con un recitado trágico y desolador que alcanza cotas de increíble expresividad e impresionabilidad en los postreros sonidos guturales que emite, mientras el coro, fuera de escena, y para subrayar el clima de dramatismo que rodea al agonizante Boris, lanza loas al nuevo zar. (De este Monólogo Final recomiendo personalmente la versión dirigida por Karajan e interpretada por el gran bajo búlgaro Nikolai Ghiaurov, el Boris Godunov por excelencia).



Ficha completa

Boris Godunov
(Teatro Regio de Turín, 5 de abril)

Boris Godunov: Orlin Anastassov
Pretendiente Grigorij: Ian Storey
Príncipe Vasilij Šujskij: Peter Bronder
Jurodivyj, el inocente: Evgenij Akimov
Andrej Šcelkalov: Vasilij Ladjuk


Dirección del coro: Roberto Gabbiani
Dirección escena: Andrei Konchalovsky
Dirección musical: Gianandrea Noseda
Escenografía: Graziano Gregori






Aquí dejo la imponente Escena de la Coronación

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